Choose your language in the shadows

domingo, 25 de julio de 2010

Viaje

No importa si el viaje es largo o corto, lo que interesa es hacerlo inolvidable

Hola pequeñas sombras, muchos de vosotros preguntáis si la historia El demonio y el prisionero la he acabado o haré una segunda parte. Por mi, la doy por terminada, pero quien sabe, a lo mejor utilizo algun personaje muerto o vivo y monto algo... En fin, eso ahora no tiene mucha importancia.
Tenía pensado publicar alguna entrada con alguna historia o pensamiento antes de marcharme, pero eso sería ser demasiado amable por mi parte. Os dejaré con las ganas de leer escritos míos hasta que vuelva de nuevo desde las sombras.
No os quedéis sorprendidos, yo también tengo derecho a cogerme vacaciones. No se cuando volveré; marcharé mañana por la mañana, cuando vosotros, humanos, aún estéis durmiendo en vuestras camas, sanos y salvos.
¡Aprovechad! La tranquilidad no os durará mucho tiempo, cuando vuelva, preparaos. Volveré más enérgico y con más ganas de criticar al personal. Sin ánimos de ofender a nadie, no os deis por aludidos.
¿ Me preguntáis dónde me voy? ¿ No? Me trae sin cuidado, os lo diré de todas formas.
Primero iré a un pueblecito, perdido entre las montañas, seguramente no habrán visto en persona ni oído hablar de las sombras. Pero no pasa nada, haré que se acuerden de mí por mucho tiempo. No se olvidarán jamás de mi estancia. Después tenía pensado ir a un pueblo costero, para asustar a los innocentes turistas que se creen cualquier historia que les cuente. No creo que salga por las noticias por pequeñeces de ese calibre, pero nunca se sabe. Estar atentos a las noticias.
Como podéis ver, no me aburriré en absoluto. Aclaro una cosa, cuando digo vacaciones, me refiero también a desconectar del mundo. Y en lo que os pueda afectar a vosotros, desconectar de mis dos blogs.
No soporto las despedidas así que allá van unos cuantos consejos de esta sombra:
Si llegáis al extremo de cometer alguna acción no prudente donde podéis salir perjudicados por no poder leer escritos míos, no me hago cargo de las muertes. Allá vosotros.
Si no estáis tan desesperados, podeís releer las entradas.
Si os da completamente igual, pues nada, seguir con vuestra insulsa vida. ¿Que queréis que os diga?
Si os alegrais de mi partida hasta al extremo de hacer un club anti sombras o hacerme vudú para matarme; primero, mediante brujeria no me matareís, catetos, segundo, me da igual si montáis un club o un grupo contra mí. Cada uno ocupa su precioso tiempo con lo que quiera, si quereís ocuparlo con noñerías,adelante, no os lo prohibiré.
Y los humanos que se saben comportar y esperarán mis escritos pacientemente sin armar ningún revuelo, esperar mis escritos con ganas, no os defraudarán.
Me despido ya, humanos, tranquilos, cuando vuelva me pondré al día con vuestros blogs.
Una cosa antes de acabar, me a sorprendido gratamente este augmento de seguidores. En serio, no pensaba que llegara a tener más de cinco seguidores cuando pensé hacer este blog. Y ahora tengo muchos seguidores. En realidad, me da igual el número. Lo que me interesa es que leáis lo que pongo en el blog, que para algo lo escribo y lo cuelgo. Si me diera igual, no habría creado este blog. Y que más da si comentaís o no, mi objetivo es que con lo que escribo os deís cuenta de cosas que ignorábais.
Pues aquí os dejo.
Recordad mi presencia en la oscuridad que os acecha.
Si notáis un halo frío en vuestra nuca, soy yo que os osbserva desde las sombras.
Recordad,
no es un hasta nunca,
es un hasta luego.

sábado, 24 de julio de 2010

Parte 10: Resurrección


- Pásame ese mortero de allí.
- ¿ Cojo también los huesos de cabra?
- ¡ Por supuesto! No puede faltar algo tan importante como eso.
Mi conciencia fue despertando, noté un dolor latente en la nuca, intenté tocármelo con la mano, pero mi cuerpo no respondía. Probé de abrir los ojos, pero me pesaban demasiado. Después de mucho esfuerzo y sudor, conseguí abrir los ojos.
El señor Remírez estaba resiguiendo con el dedo un libro abierto mientras le daba vueltas a un pequeño cazo. Sara iba echando cosas dentro. ¿Eso que había echado era un ojo? Parpadeé y seguí examinando la sala. Me fijé en que estaba encadenado a la pared. Miré a la izquierda; estaba Lara encadenada de manos y, a diferencia de mí, también de pies, estaba encadenada a la pared. Los pies no tocaban al suelo. Tenía sangre reseca por el cuello y la ropa. Y un charco debajo de ella de sangre seca. Tenía la cabeja cabizbaja; si estaba encadenada de ese modo, pensé que Lara aún estaba viva, en muy mal estado, pero al menos viva. Ellos aún no se habían percatado de que había despertado o simplemente me ignoraban, me daba igual. Tiré de las cadenas que me apretaban, pero estaban bien pegadas a la pared.
- Vaya, se despertó Bella Durmiente. Si no te importa, estamos trabajando, asi que no hagas más ruidos molestos.
Iba a contestarle, pero el señor Remírez, sin nisiquiera mirarme, me enseñó un barra de hierro.
Tragué saliva y me quedé en silencio. Miré otra vez a Lara. Quería hablar con ella, pero estaba demasiado lejos de ella y estaba la maldita mesa de piedra en medio. Quería saber porqué nos habían encadenado como a unos presos, así que me armé de valor y hablé.
- ¿ Porqué nos hace esto? El señor Remírez siguió mirando el libro y dando vueltas con una cuchara el cazo. Sara echó alguna cosa más dentro y cogió ella misma la cuchara y dió vueltas. Empezó a llegarme un olor asqueroso a mi nariz. Al ver que me ignoraban, abrí la boca para preguntarlo otra vez, pero se volvió a avanzar otra vez.
- ¿ Que porque os lo hago? Eres una rata bastante tonta. Siguió mirando el libro, le susurró algo al oído de Sara y esta se fue corriendo escaleras arriba.
- Pero como tenemos tiempo, no veo porque no tendría que contártelo. Total, no vivirás para contarlo. Dio unas vueltas más a lo que fuera que había dentro y quitó la cuchara. El cazo siguió desprendiendo ese asqueroso olor por toda la sala.
- Vas a presenciar una resurrección.
Abrí mucho los ojos. Este estaba loco de atar.
- Por tu cara diría que no me crees. Da igual, tu mismo. Enseguida lo verás con tus propios ojos. Sara llegó corriendo. Tenía la respiración acelerada, pero sonrió satisfecha y le entregó un puñal a él. Paso un dedo por la hoja, sonrió y lo dejó en la mesa.
- ¿ Que te parecería si te dignaras a hablarnos, Lara?
Miramos todos a Lara. ¿ Estaba despierta? Levantó la cabeza lentamente y miró fríamente al señor Remírez. ¿ Desde cuando estaba consciente? ¿ Había escuchado algo esencial que yo no hubiera escuchado?
- ¿ Sigues sin querer hablar, querida? Siempre tan terca. En fin, sigamos. Se acercó lentamente a Lara. Se miraron a los ojos por unos segundos. Después tocó el pelo de Lara.
- Es una lástima que las cosas tengan que terminar de este modo. Dicho eso arrancó unos cuantos pelos de la cabeza de Lara y los dejó encima de la mesa. Lara no mostró ninguna emoción. Cogió el puñal y lo acercó a Lara.
- Pero tu ya sabías que este momento llegaría en cualquier momento. Con un rápido movimiento, hizo un corte perpendicular en una muñeca y después en la otra. Entre los tejidos del corte empezó a salir tímidamente sangre, para después ir cayendo al suelo gota por gota. Sara cogió el pequeño cazo y lo llevo hacia donde estaban ellos. Acercó el caldero a la muñeca y cayó una gota de sangre. Dos gotas. Tres gotas y después en la otra muñeca. Una gota. Dos gotas. Tres gotas. Apartó el cazo y lo dejó en la mesa de piedra. Dió la vuelta para dejar que la mesa estuviera entre ella y Lara y el señor Remírez. El señor Remírez se puso al lado de Sara y tiró los cabellos en el cazo. Sara le acercó la tarima con el libro a el señor Remírez. Abrió el libro, miró a Lara y sonrió.
-Empezemos.Inspiró profundamenté.
- " Ser de la oscuridad. Ser de la inmortalidad. Ser infernal. Este pagano te reclama. ¡ Móstrate ante nosotros!"
Las llamas tambalearon, el cazo empezó a vibrar y desprendió un nuevo olor, esta vez dulce. El aroma fue flotando hasta Lara. Entró por la nariz, las orejas, por los ojos... Por cualquier sitio que pudiera meterse. De repente, el cuerpo de Lara empezó a temblar, cada vez augmentaba más.
- ¿ Lara? Claramente era imposible que me escuchara, pero yo insistí. Tan repentino empezó como acabó. Salía humo ahora de su cuerpo.
-¿ Lara? Ella seguia sin moverse. Intenté liberarme de las cadenas, pero seguía allí.
-¡ Lara!
- No insistas. Ahora ya no es ella. Es inútil llamarla por ese nombre. ¿ No es así, Sysha?
Levantó la cabeza. Sus retinas eran rojas como la sangre. Miró la sala, posó su mirada en mi, pero me miró encuriosida; no me reconocía. Después miró a Sara, que esta, asustada, dio un salto atrás. Miró a el señor Remírez.
- Sysha, quien te ha llamado he sido yo. Y ahora, tendrás que obedecerme.
Sysha/ Lara levantó una ceja. Sonrió y se puso a reír. La sala empezó a temblar.
- ¿ Que está pasando, señor Remírez? ¡ Esto no era lo que tenía que suceder! Sysha seguía riéndose cada vez más fuerte; los estantes cayeron, se oyeron ruidos de vidrio rompiéndose.
-¡ Para! ¡Para esto de una vez! ¡ Yo soy tu amo, tu dueño! ¡ Tienes que obedecerme!
Ceso de reír. Miró a el señor Remírez.
- ¡¿OBEDECERTE?! Me estremecí, su voz parecía de ultra tumba.
- ¡¿ TU ESCLAVA?! Tiró de sus pies y rompió las cadenas.
- ¡¿ TU, MI AMO?! Estiró los brazos y rompió las cadenas. Cayó al suelo de pie. Se acercó a la mesa y agarró su cuello.
- ¡ TU! ¡SER INFERIOR! ¿ OSAS DESPERTARME DE MI ETERNO LETARGO? ¿ Y ENCIMA ESPERAS QUE TE OBEDEZCA? El señor Remírez empezó a temblar. Sysha sonrió maliciosamente y con un simple movimiento, le arrancó la cabeja de cuajo. El cuerpo cayó inerte al suelo, donde estaba antes la cabeza ahora salía sangre. Sysha observó el cuerpo sin vida y, con la cabeza del señor Remírez aún en su mano, miró a Sara.
Sara estaba temblando como una hoja enganchada a la pared. Con los ojos desorbitados y pálida como la nieve.
Sysha se fue acercando con pasos lentos a ella. Sara se cayó de rodillas. Temblaba tanto que le era imposible escapar.
Ya tenía delante a Sysha, cogió a Sara por el cuello del vestido y la levantó.
-¡ No-no me ma-mates po-por fa-favor! Suplicó entre lágrimas. Sysha siguió observándola con desprecio.
- ASQUEROSOS HUMANOS. OS BURLÁSTEIS DE MÍ CON ESE ESCRITO EN LA PARED Y ME PROVOCÁSTEIS MATANDO A ESE HUMANO. TU ERES TAN CULPABLE COMO EL OTRO. ¿ PORQUÉ TENDRÍA QUE PERDONARTE LA VIDA?
Sara, entre sollozos, al ver que Sysha esperaba una respuesta, se sorbió los mocos.
- Pu-pues ve-vera usted. Es ci-cierto que yo-yo maté. Pe-pero me obli-obligaron a cometerlo. ¡ Cre-creame! Yo so-solo cumplía or-ordenes. Intentó poner su mejor cara de arrepentimiento. Pero Sysha siguió mirándola con desprecio. Escupió en su cara. Tiró la cabeza del señor Remírez al suelo y puso las dos manos en su cuello y se la arrancó también.
No sabía que hacer. Yo seguía encadenado, mientras Sysha ponía el cuerpo del señor Remírez en la mesa de piedra e iba desmenuzándolo poco o poco. En la puerta, ví a Nico. Se acercó a mi rápidamente con una pequeña llave en la boca. La cogí con la mano y la metí en le cerradura. Mientras vigilaba de no hacer ruido, Sysha ya lo había desmembrado y ahora estaba cogiendo el cuerpo de Sara. Click. Clack. Por fin mis manos eran libres, pero Sysha se giró hacia mí al oír el ruido.
Se acercó a mi toda ensagrentada y me miró de arriba a abajo. Tocó mi cuello y estiró el collar que me dió Lara. Lo miró unos instantes y lo dejó.
- POR LO QUE OBSERVO, EL ANTERIOR DUEÑO DEL CUERPO QUISO SALVAR TU VIDA. NO TENGO NADA CONTRA TÍ. MÁRCHATE. NO PUEDES PERMANECER AQUÍ. AHORA VENDRÁN OTROS SERES DE LA OSCURIDAD A COMER CONMIGO ESTO Y SI TE VEN, TE COMERÁN. SUBE A LA TORRE Y ENCADÉNATE ALLÍ, EL GATO TE GUIARÁ. PODRÁS SALIR CUANDO AMANEZCA.
Se acercó y tiró algo en mi bolsillo, no tuve tiempo a mirar que era porque en ese momento se escuchó unos desgarradores chillidos, en la pared donde había estado encadenada Lara empezó a formarse un agujero negro. Y a medida que augmentaba el tamaño, los gritos augmentaban.
- LÁRGATE DE AQUÍ, HUMANO. ANTES DE QUE ME ARREPIENTA DE ESTO.
Me giré y salí corriendo. Seguí a Nico por las escaleras, intentando no pisarle. Subí la trampilla, ahora el sótano estaba a oscuras. Las antorchas se habían apagado. Pero conseguí salir de allí. Después subimos las escaleras. Empujé la puerta con mucho esfuerzo y nos encontramos otra vez en el pasillo. No había tiempo que perder. Seguí a Nico tan rápido como pude. Después de muchos pasillos, Nico frenó delante de una puerta, la abrí y el gato se coló dentro. La abrí de par en par; más escaleras. Las subí muerto de cansancio. Llegamos a una sala pequeña.
Habían unas cadenas, Nico se sentó y me miró.
- Si, si, ya lo sé. Me tengo que encadenar. Cogí las cadenas y me las puse. Una vez puestas, Nico se levantó y se fue.
Examiné la habitación, no había nada. Ni una mesa, ni una silla, ni una cama. Nada de nada. Había una pequeña ventana en lo más alto, inalcanzable. Podía escuchar aún los gritos desgarradores. Mis párpados fueron cerrándose lentamente, hasta que me quedé dormido.
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Vuelvo a mirar por la ventana. Ya no veo los rayos de la Luna. El cielo está más claro, el Sol empieza a alzarse entre las sombras. Ha amanecido.
Bien, ahora el problema es quitarme estas sucias cadenas. Entonces recuerdo que Sysha me puso algo en el bolsillo, lo sacó; es una llave. En un abrir y cerrar de ojos, me quito las cadenas de encima y me levanto. Me cruje la espalda. Sacudo la cabeza para despejarme y salgo de allí.
Mientras cruzo el enorme castillo, me envuelve una quietud y un silencio mortal. No se oye nada. No me atrevo a bajar allá abajo. Prefiero no saber que me puedo encontrar allí otra vez.
Abro la enorme puerta de la entrada, los rayos del Sol me dan de lleno en la cara. Me tapo los ojos con las manos. Demasiada luz para mí. De repente, oigo un ruido cercano. Levanto la vista y veo a un burro. ¿ Es el de Pablo?
Me acerco a él. Lo acaricio.
- Vámonos. Tu dueño no va a salir.
Me mira a los ojos, como si me entendiera. Y con un ágil trote, me avanza. Yo lo sigo, sin mirar atrás. Quiero olvidar todo, olvidar a la que hubiera sido mi esposa, olvidar al que nos traicionó. Pero sobre todo, olvidar a esa pequeña luz que me había iluminado en ese castillo y que me había salvado. Mi salvador y mi gran amor. Los dos echos pedazos.
Me enderezé, y caminé mirando al frente.
No miraré atrás.
Pero no podré olvidar lo sucedido.
Igual que tampoco podré consolar jamás mi corazón.

miércoles, 21 de julio de 2010

Parte 9: Sótano


Seguimos en silencio el recorrido del pasillo, tumbámos a la derecha y seguimos otro largo pasillo. Las antorchas iban crepitando mientras avanzábamos.
Al final vi una puerta. Estaba algo magullada, Lara estiró el pomo, pero la puerta no cedía. Puso un pie en la puerta y estiró más fuerte.
Esta vez la puerta se abrió con un chirrido. Miré dentro, pero estaba demasiado oscuro para poder vislumbrar algo.
- ¿ Entras o qué?
Lara ya estaba aguantando la puerta con una mano y una antorcha en la otra. Volví a mirar. Mis ojos ya podían ver unas escaleras que iban hacia abajo.
- No estoy muy seguro...
Bufó. Se apoyó en la puerta y con la mano libre se quitó el collar.
- Toma, póntelo. Te protegerá.
Cogí el colllar y me lo puse. La cadena estaba helada contrastando con mi caliente piel. Me puse el ojo por dentro de la camisa. Me estremezí por el frío contacto.
Me acerqué a Lara. Sujeté la puerta e hize una torpe reverencia.
- Las damas primero. Subí la cabeza lo suficiente para verla poner los ojos en blanco y atansarse a las escaleras.
Cuando ella ya hubo bajado los primeros escalones, la seguí yo.
La puerta, al soltarla, se cerró con un golpe seco. La ráfaga de aire provocada por la puerta hizo tambalear la llama de la antorcha.
- ¿ Vienes?
Para cuando quise darme cuenta, Lara ya estaba muy por debajo mío. Y no veía ni los escalones que tenía delante. Intenté a ciegas tocar la pared. Una vez que la había localizado, bajé un poco el pie para poder tocar el siguiente escalón. Lo toqué y bajé el otro pie. No se cuánto tiempo estuve haciendo esa práctica. Pero cuando quise darme cuenta, los escalones ya se habían acabado y tocábamos suelo otra vez.
Miré hacia arriba, por dónde habíamos venido.
Pero todo era oscuridad.
Delante de nosotros teníamos otra puerta. Esta no fue tan difícil de abrir. Comparada con la otra, esta era de papel.
Lara acercó la antorcha a la oscuridad que se nos presentaba, era una sala.
Ella entró primero, tanteó la pared y pareció encontrar algo. Acercó la antorcha. Era un soporte. Tanteó algo por el suelo y cogió una antorcha apagada. La acercó a la otra y la encendió.
- ¿ Que te parecería si me ayudaras? Esto no se va a iluminar solo.
Fui hacia dónde estaba ella vigilando con los brazos por delante de mí de no tropezar con nada. Me dió una antorcha encendida y se fue a la otra punta de la sala.
Tanteé el suelo. Cogí una antorcha y la encendí también.
En total encendimos 3 antorchas en las 3 paredes que habían.
Una vez que puse la última antorcha en el último soporte, me giré para analizar la sala.
Estaba repleta de objetos no definidos gracias a las sábanas blancas que los cubrían. Me acerqué al que tenía más cerca para quitar la sábana y ver que había debajo.
- Cuidado Jorge con el- Blosh, levanté la sábana y unos millones de motas de polvo vinieron a mi encuentro.
- Polvo...
Estuve tosiendo por lo menos media hora, me escozían los ojos de tanto polvo; incluso entraron por la nariz.
Después de muchas toses y más escozores de ojos, destapamos todos los objetos de la sala. Estaban distribuidos sin orden. Para andar tenías que tener cuidado dónde ponías el pie.
Pero pudimos hacer un recuento rápido: tres baúles grandes, una silla carcomida, 3 retratos de 2 señores nobles y una señora. Uno de los señores era más joven que el otro. Podría interpretarse que eran família; una gran mesa, dos armarios y vajilla amontonada en una esquina. Y una enorme cantidad de polvo, suciedad y, como me esperaba, arañas colgadas del techo.
Dentro de los baúles esperábamos encontrar joyas, pero sólo había ropa comida por las polillas.
En los armarios no había nada.
- Pues menuda bírria de sótano, ¿ No crees Lara?
Busqué a Lara con la mirada. Estaba arrodillada al lado del baúl grande con la cabeza pegada al suelo.

- ¿ Lara? Me instó a que me acercara. Iba a protestar pero me puso la mano en la boca y me puso la cabeza contra el suelo de manera poco ortodoxa. Se escuchaban unas voces que me eran familiares. Eran las voces de Sara y el señor Remírez.
¿ Cómo diablos habían llegado allí? Lara me respondió señalando debajo del baúl. Se veía madera en vez de piedra. Con todo el sigilo que pudimos, empujamos el baúl.
Después de mucho esfuerzo y más polvo volando por el aire, pudimos ver una trampilla en el suelo. Estiré el pomo. Chirrió, pero las voces de fondo que ahora eran más nítidas no cesaron.

Lara bajó primero por la trampilla. Esta vez habían menos escaleras. Tumbamos y vimos luz. Me puso el brazo en el pecho y me puso contra la pared.
Puso un dedo en mi boca y señaló hacía el otro sitio; se escuchaban perfectamente las voces.
- ¿ Cree que saldrá bien? Esa era la voz de Sara. Aunque la conocía, para mí se había convertido en una completa desconocida.
- Por supuesto querida, todo irá tal y como está planeado. ¿ Esa era la voz del señor Remírez? Cada vez entendía menos de lo que sucedía.
- ¿ Y cuando lo haremos?
- Pues se ve que enseguida, puesto que nuestras ratas están escuchándonos,¿Verdad?
¿ El señor Remírez nos estaba hablando a nosotros? ¿ Y desde cuando se había vuelto así?
Lara me empujó contra las escaleras y salió a la luz.
- ¿ Lo ves, querida? Aquí sale una.
- Yo también me alegro de veros a los dos.
- Oh, vamos, querida Lara. No hay porqué ponerse así.
Si Lara pensaba que me iba a quedar ahí sentado o que iba a huir dejándola sola, estaba muy equivocada.
Cogí aire y me adentré yo también a la luz. El escenario con el que me topé me dejó mudo.
En la pared de la derecha habían muchos estantes con potingues y alguna que otra calavera. En las otras dos paredes habían cadenas con una mesa de piedra pegada a la pared de enfrente y en el centro de la sala había una tarima con un libro.
Sara estaba al lado del señor Remírez a la izquierda, Lara estaba en la derecha. Miraba enfurecida al señor Remírez.
- Pues ya estamos todos.
En el justo momento que Lara me vió, Sara aprovechó el despiste y se lanzó encima de ella. Lara era mucho más fuerte, pero Sara la golpeó con un hierro en la cabeza y se desplomó en el suelo.
- Tu no pondrás tanta resisténcia, ¿ Verdad? Mientras había estado mirando a Sara y a Lara, el señor Remírez se me había acercado por la espalda. Noté un golpe en la nuca.
- Buenas noches, Jorge... La vista se me nubló, caí al suelo, y antes de que se me cerraran los ojos vi a Lara en el suelo envuelta por un charco de sangre... Se me cerraron los ojos.

sábado, 17 de julio de 2010

Parte 8: Beso


Seguí a Nico por el largo pasillo. Hasta que llegamos a una puerta, estaba entreabierta, Nico pasó dentro. Titubeé, pero al final entré. Era un dormitorio; había una cama con una manta azul en la derecha, un armario, una mesa y una silla en la izquierda. Pero no había nadie en esa habitación.
-¿Dónde estámos? Nico estaba en la otra punta de la habitación. Estaba arañando la puerta del balcón, Me acerqué y la abrí. En un instante me vino el aire gélido a la cara, me estremecí, ajusté la puerta detrás de mí y me acerqué hasta la barandilla. Miré hacia el cielo, no había ninguna nube. Las estrellas emitían brillos intermitentes, y además había luna llena.
- Bonita noche, ¿Verdad? Me giré, pero no había nadie a mi alrededor.
- Estoy aquí arriba, vista de lince. Entonces miré arriba, Lara estaba sentada en el saliente del balcón, con las piernas cruzadas y en su regazo estaba Nico.
Su cabello ondeaba al son del viento, sus ojos brillaban tanto o más que la luna y las estrellas. Vale, cuando saliera de esa, tendría que hacerme ver por un médico o un loquero. Lo mío no era normal, primero lo de hablar con las animales, y después quedarme embobado sin motivo aparente. Necesitaba ayuda urgentemente.
- ¿Por qué has venido aquí, Jorge?
La miré a los ojos. Estaba bromeando ¿Cierto? Era ella la que me había susurradoenlaorejaycogidodeloshombros y me había dicho que fuera a su habitación. Vale, no sabía como llegar a su habitación pero ya había llegado. Y ahora me estaba preguntando qué hacía yo allí. ¿ No se acordaba realmente o me estaba obligando a acordarme de ese momento cuándo me lo dijo? Me decanté por lo segundo, decidí no ser yo el que lo dijera. Nos aguantámos la mirada. Sus ojos azules contra mis ojos marrones. Como era de esperar, fuí yo el primero en apartar la mirada.
- Fuiste tú la que me dijo que fuera a tu habitación.
-Cierto. Quitó a Nico de su regazo y se levantó. ¿No iba a hacer lo que pensaba, verdad?
Pues sí, saltó desde allí y cayó delante de mí. Sin romperse, ni torzerse. Como si lo hiciera cada día eso de saltar desde allá arriba. Se acercó más a mí y me tocó la cara con su mano.
- Cierto, pero nadie te obligó a venir. Quitó la mano de mi cara y entró en su habitación. Nico saltó también y siguió a su dueña.
Tenía razón, no me había obligado, pero, sinceramente, me moría de ganas por volver a verla. Entré y cerré detrás mío las puertas.
-Siéntate donde quieras. Nico ya había ocupado la silla, Lara se había sentado en la cama. Así que ahora me tocaba sentarme en el suelo.
-¡Oh vamos! No seas así; siéntate en la cama. Mi trasero estaba ya a un centímetro del suelo; me levanté y me senté con ella.
El gato estaba justo delante nuestro. Me estaba mirando ¿Me estaba vigilando? Negué con la cabeza. Me estaba volviéndo paranóico.
- Bueno, ¿Porqué querías que viniera?
- ¿Acaso no te lo dije antes? Se acercó más mí hasta que podía oler su aliento fresco a menta. Hay algo que tengo que mostrarte. Me tocó el pelo y acercó su rostro a mi oreja, la mordió. Mi pulso se puso frenético. El corazón me latía a toda velocidad, la cabeza me latía también.
Se apartó y me miró. Me observó con una cara burlona y una sonrisa torcida.
- Que ingenuo eres, Jorge. Qué te habías pensado, ¿Que lo íbamos a hacer? Por lo rojo que estás, te lo has bien creído.
Me llevé las manos a las mejillas. Cuernos, odiaba esa facilidad en sonrojarme.
Lara se sacó una cadena que llevaba en el cuello, de la cadena colgaba una figura; era un ojo plateado, con una retina roja.
- ¿Qué te parece? Me lo puso en las manos, era pequeño, observé el ojo, el color de la retina del ojo era de un rojo intenso, como la sangre. La cadena era plateada.
- ¿De dónde lo has sacado? Le pregunté mientras le devolvía el collar. Se lo puso y me miró.
- De este castillo, mientras investigaba todo que había en él; me lo encontré en el sótano.
- ¿Pero este castillo tiene sótano?
- Un sótano, cuatro torres, un comedor, cinco dormitorios, un estudio, una biblioteca, una cocina... Es enorme.
Asentí, ya desde fuera parecía grandioso y una vez que estás dentro, el tamaño del castillo te sorprende más.
- ¿Quieres que vayamos al sótano? La miré incrédulo. ¿Pensaba llevarme a la parte más oscura y tenebrosa seguramente de ese castillo? Y seguro que habrían arañas, polvo y hasta podría haber algún muerto.
- No creo que sea una buena idea La-
Me besó. Al principio fue un toque leve, suave, tímido. Pero al ver que no la apartaba, me volvió a besar, pero estaba vez con más intensidad. Y ahí estaba yo. Besándome con una chica que acababa de conocer y que podría ser una bruja y la asesina de Pablo. Nuestras manos recorrían los cuerpos del otro, con ansias, deseo. La tumbé en la cama para poder besarla mejor. Con sus manos acercó mi cara contra la suya, cuando de repente la apartó.
- ¿Y ahora quieres ir? La observé. Allí estaba ella, poniendo un sonrisa traviesa, sabiendo que ahora no le diría que no. Y no se equivocaba. Puede que fuera una bruja, pero no a la que se refería Sara. Sino una bruja que me volvia loco con su mera presencia.
Me incorporé para dejar que se levantara, Nico no se había movido de la silla. ¿ Habría estado mirando?
- ¿Ahora te preocupa que Nico nos haya estado mirando? Lara se había puesto detrás mío, notaba su aliento en mi cuello, pasó delante y acarició a Nico, ronroneó. Murmuró algo a Nico que no llegué a escuchar y se fue hacia la puerta.
- ¿Vamos? Asentí y me fuí con ella, a descubrir que había en el sótano... Qué ingénuo era, en verdad, nunca tuve que haber aceptado ir, aunque si nunca hubiera entrado en el castillo, nunca la habría conocido...

jueves, 15 de julio de 2010

Premio!

He recibido muchos premios, y en vez de repetir las fotos, he cogido una nueva y la he personificado.

Este premio es para todos los seguidores que se han atrevido a seguir mi blog y leer las historias de esta cínica sombra.

martes, 13 de julio de 2010

Parte 7: Bandos


-Volvamos.

El camino de vuelta lo hicimos en silencio. Se escuchaban las hojas rompiéndose debajo de nuestros pies, las ramas se enganchaban en nuestra ropa y nos golpeaban.
Cuando llegamos al castillo, estábamos los dos como un pincel.
-Jorge, tengo algo que decirte. Me giré para verla; aunque estaba magullada en la cara, tenía la ropa sucia y el pelo alborotado, estaba deslumbrante. Se acercó lentamente hacia mí, nos miramos a los ojos, se fue acercándo hasta que nuestros cuerpos sólo les separaba una finísima distancia. No sé durante cuánto tiempo estuve hechizado por esos ojos azules, pero el hechizo se rompió cuando oí la voz de Sara.
-¿ Jorge? Suspiré, y me di la vuelta hacia ella, estaba arriba de las escaleras, con los brazos cruzados y una mirada desafiante; no me miraba a mí en ese momento, sino a Lara.
-¡ Jorge! Supe que si la hacía esperar más podría armar algun revuelo.
- Ahora subo. Asintió, me miró unos segundos y se fue. Fui hacia las escaleras lentamente, sin ganas. Cuando de repente noté unas manos en mis hombros, paré; no me hacía falta girarme para saber quien era. Noté su cálido aliento en mi oreja.
- Después ven a mi habitación, tengo algo que mostrarte... Susurró.
Le dí la pala sin ni siquiera girarme y tan rápido como pude, subí las escaleras corriendo, con tal de evitar que Lara me viera sonrojado. ¡ Demonios! ¿ Cómo me podía estar pasándo esto a mí? Una vez estuve arriba, miré hacia abajo, pero Lara ya no estaba.
Intenté con las manos apaciguar el ardor de mis mejillas, pero fue en vano. Fui hacia la habitación de Sara, seguramente esperándome para saltar a mi yugular.
Piqué en su puerta. Pero como respuesta obtuve silencio, eso quiso decir que lo que me esperaba dentro sería una tortura.
Entré, miré al suelo, aún estaba la sangre en el suelo, igual que el escrito en la pared.
Sara estaba peinándose enfrente del espejo, ni siquiera me dedicó un movimiento de cabeza hacia mí.
- Te lo dije.
-¿ Te lo dije?,¿ Me dijiste qué?
- Que era ella. Puse los ojos en blanco, claro, se refería a eso. Sara y sus maravillosas especulaciones, todo lo que salía por su boca iba a misa.
- No tienes pruebas, Sara, para culparla de eso. Ahora si que la había fastidiado del todo, quien provoca a Sara no sale indemne. Se tumbó hacia mí. Sus ojos aún estaban algo vidriosos, por haber estado llorando. Empezó a caminar por la habitación.
- Jorge, tu y yo sabemos que ella es la culpable de esa muerte. Aún sin que Pablo, que en paz descanse, no nos hubiera contado esa leyenda, habría deducido lo mismo; Lara lo ha echo. El señor Remírez es imposible que lo haya podido cometer, cuando vino a mi habitación al oír mis gritos, al ver la sangre un poco más y se desmaya. Y además, el pobre no tiene tanta fuerza.
Se notaba que Sara tenía ganas de pelear.
Siguió caminando por la habitación.
- Pero Sara, aunque lo hubiera echo ella, como ya he dicho antes, no hay pruebas y además, que motivos tendría para matar a Pa-
- ¡ Jorge! ¿ Es que aún no le entiendes? ¡ Ella es esa maldita bruja de la leyenda! Y con su magia negra te ha embrujado para ponerte de su bando. Pero a mi no me engañará tan facilmente ¡ Qué se ha creído!
Abrí la boca, pero no dije nada. No sabía que contestar. Puede que tuviera razón, que Lara en realidad era una bruja y hubiera echo eso a Pablo... Pero seguía sin poder creerme que ella hubiera echo todo eso.
Sara se puso delante mío, la miré a los ojos. ¿ Cómo no pude darme cuenta de cómo era en realidad? Ella sólo mostraba su lado dulce y afectuoso delante de los demás, pero cuando estábamos sólos se mostraba fría conmigo. Y pensar que estuve a punto de casarme con ella...
Me cogió la cara con sus frías manos, y se acercó, sus labios estában a un milímetro de los míos de tocarse hasta que la aparte.
- Con que estás de su parte. Seguí mirando al suelo, no me apetecía enfrentarme a ella, estaba cansado.
- ¡ Cómo quieras! ¡ Si después debora tu estúpido corazón, te arrepentirás entonces de no haberme echo caso! ¡ Ingrato!
La miré, estaba llorando, intenté tocarla, pero apartó mis brazos y se fue corriendo de la habitación.
Repasé la habitación y volví a leer el escrito en la pared: " LOS INFELIZES QUE OSEN BURLARSE DE LA OSCURIDAD, SUFRIRÁN EL CASTIGO DEL DIABLO".
Me estremecí. No solía ser supersticioso ni nada por el estilo, pero con todo lo que había visto empezé a cambiar de opinión.
De repente, fuera de la habitación, apareció el gato negro de Lara, Nico. Me miraba atentamente.
-¿ Que quieres? Se giró y miró hacia el pasillo. Me puse a su lado y se puso a caminar.
- ¿Quieres que te siga? Siguió caminando. Eso ya era preocupante, ahora me había dado por hablar con los animales. Suspiré, y decidí seguirlo, total, no tenía nada mejor que hacer...

sábado, 10 de julio de 2010

Parte 6: Entierro


-Es sangre.
Era estraño, raro, imposible. En un instante, todo había cambiado. El cuerpo de Pablo allí, que ya me preguntaba como diablos había llegado allí. Sara seguía sollozando fuera de la habitación y el señor Remírez consolándola.
-Jorge ayúdame con el cuerpo. Lara había vuelto junto al cuerpo y ya lo estaba levantándo.
-¿Que vas a hacer con él? Pablo parecía un muñeco, no se parecía en nada al Pablo que conocimos esa misma mañana; tan vivaracho y alegre. Y ahora con esa cara de pánico y torturado.
-¿ Tu que creés? ¿Que me lo voy a comer con patatas fritas? Primero de todo lo vamos a sacar de la habitación, no creo que a tu novia le haga mucha gracia dormir con un muerto, y lo vamos a enterrar en los alrededores del castillo, antes de que empieze a oler a putrefacción. Bueno, ¿ Me ayudas o tendré que cargar con el yo sola?
Me acerqué rápidamente a ella; yo lo cogí por los pies y ella por la cabeza. Nos giramos para poder pasar por la puerta, al pasar Sara miró enfada a Lara.
-¡ Lo has matado tú! ¡Asesina! ¡ Bruja! Intentó golpearla, pero el señor Remírez la tenía bien sujetada.
Lara la miró con una fría mirada y Sara dejó de despotricar en el acto. Bajamos por las escaleras, yo cada dos por tres me tropezaba y casi caíamos los tres, y Lara iba refunfuñando.
Lara empujó con la espalda la puerta y salimos fuera. Un aire frío nos envolvió a los dos. Estaba todo muy oscuro.
-Cambiemos de posiciones, yo lo llevaré por los pies e iré delante. Y así fue, Lara iba en cabeza y yo detrás, y no podía evitar ir mirando la cara de Pablo. Me parecía tan irreal todo eso...
Llegamos a un claro, pusimos el cuerpo en el suelo y nos sentamos; era más pesado de lo que aparentaba.
- ¡ Mierda! Me he dejado las palas. Jorge, quédate con el cuerpo, voy a buscarlas.
-¿ Me vas a dejar aquí sólo?
- Claro que no, estarás con Pablo.
Se fue riendo, mientras yo me quedaba con el muerto. No me hizo ninguna gracia. Mientras no aparecía, empezé a escuchar sonidos extraños por todas partes, a ver sombras donde no habían y me imaginé que Pablo volvía a la vida en estado zombie y me comía; me estaba poniendo algo histérico.
Al cabo de un rato, unas manos frías me tocaron las mejillas, noté un aliento en mi cuello.
- Jorge... Me susurró en el oído. Salté y me giré. Allí estaba Lara, con las palas en la mano y sonriendo. Le miré enfadado.
-Ay Jorge, no me mires así, no se te puede hacer ni una broma. Que soso eres por favor. -Me pasó una pala.- Venga, a cavar.
Empezamos a hacer el agujero, se me hizo eterno, pero al final hicimos un agujero tan grande como para que pudiera caber el cuerpo. Empujamos el cuerpo hasta que lo metimos en el agujero. Volvimos a poner la tierra encima para enterrarlo.
-¿ No tendríamos que avisar a sus familiares?
-¿ Estás loco? ¿ Y que les vas a decir? ¿ Que alguien que podría ser un demonio o una bruja según tu novia a torturado y asesinado a Pablo sin que nosotros nos hayamos enterado? Te tomarán por loco, y en el peor de los casos, creeran que quien lo ha matado eres tu.
Vaya, en eso no había pensado. Miré donde acabábamos de enterrar a Pablo, y entonces me acordé que él tenía un burro¿ Que habría pasado con él?
-¿Quieres decirle algo al muerto o nos podemos ir ya? Me estoy congelando. Cierto, esa noche hacía fresco y su vestido no parecía ser muy grueso. Cogí la pala, y pase por delante suyo.
-Volvamos.

Nuevo blog!

Hola pequeñas sombras, he creado otro blog. En este pondré todos los libros que a esta sombra le han fascinado y cree que a vosotros también os gustarán. Porque uno de los mayores placeres en esta vida es leer...
http://shadowandbooks.blogspot.com/
Enseguida publicaré la continuación de la historia.
Saludos desde las sombras,
Shadow

miércoles, 7 de julio de 2010

Parte 5: Muerte


-¡Jorge! ¿Te has dormido de pie o que? Jorgeeeee.
Parpadée. Me había quedado pensando en la leyenda, y no me acordaba que no estaba solo. Sara me miraba con cara de enfado, no de preocupación por mí por verme enbobado; le había ignorado, y eso le hirió en su más profundo ego.
-Bueno, como te veo muy ocupado, me voy a mi habitación. Sara se tumbó, pero antes se volvió otra vez.-Ten cuidado con Lara, por si no te acuerdas.
-¿Por qué?
- Si eso,¿ Porqué tendría Jorge que tener cuidado conmigo?
Nos giramos, allí se encontraba el tema de conversación. Lara estaba en medio del pasillo, mirándonos con cara burlona, me sonrojé, nos habían enganchado.
-¿Y bien, Sara? ¿No me lo vas a decir?
- ¿Cómo sabes nuestros nombres? Sara ya se había recuperado del susto y había vuelto a la carga.
-Porque soy una bruja. Lara nos lo soltó tan tranquilamente, ¿Era broma,no?. Miré a Sara de soslayo, que ya se había puesto pálido, chilló y se fue corriendo por el pasillo.
-¿ Es en serio?. Lara me miró, su cara no mostraba ningún señal que pudiera interpretar de ninguna forma. Sonrió.
- Es broma, os he estado escuchando. No es la primera vez que me lo dicen. Asentí, no se porqué, a lo mejor como apoyo moral, o simplemente porque no se me ocurría ninguna frase genial o original que decir. De repente, noté una presencia que pasaba por mi pierna.
-¡Aaaaaaaaaaah!. Grité, no lo pude evitar, aunque momentos después lo lamentaría. Uno, porque había chillado como una chica y encima al lado de una, y segundo.
-¡Nico! ¡ Siempre te digo que no molestes a los demás!. Y segundo, la "presencia" que había sentido era un gato. Un gato negro. Me quería morir, desvanecer. No había pasado tanta vergüenza en mi vida.
- Siento que te hayas asustado, pero Nico nunca me hace caso. No te preocupes, es inofensivo, no te va a comer. El gato me miró, bufó, se restregó en las piernas de Lara y con la cola empinada, se fue majestuosamente por el pasillo.
Tenía un gato negro, igual que Sysha. No quería relacionarlas, pero no podía evitarlo. Eran como dos gotas de agua.
-¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!. Ese grito era de Sara. Fuimos corriendo hasta llegar a su habitación; Sara estaba en la puerta, arrodillada, pálida y con las manos en la boca, su boca se movía pero no salía ningún sonido de su boca. El señor Remírez, estaba a su lado, intentando consolarla. ¿Porqué había gritado? Miré a Lara, por su cara confusa, debió de pensar lo mismo.
Decidimos entrar en la habitación. Otra acción que lamentaría más tarde.
En la pared de la izquierda, estaba Pablo. Estaba clavado en la pared con cuatro estacas en las manos y en los pies. La sangre le goteaba de las heridas, haciendo un charco debajo de él. Su cara estaba pálida, los ojos muy abiertos y con la boca abierta, en un inacabado grito de agonía. Su cara mostraba miedo y dolor. Me fijé que también le sangraba el pecho. Lara se acercó a él, tocó su cuello para comprobar si estaba vivo ( obviamente estaba muerto). Quitó las estacas de las manos y de los pies y estiró el cuerpo en el suelo. Se fijó en ese momento la cantidad de sangre que tenía en el pecho, frunció el entrecejo, y con un movimiento rápido, metió la mano en el pecho de Pablo; su mano travesó su cuerpo. Le habían arrancado el corazón. Mi cuerpo y mi mente no pudieron soportar más la escena y vomité. Al levantar la vista de nuevo y al limpiarme la boca con la manga, ví que Lara estaba mirando hacía la otra pared. Inspiré, y me preparé para lo siguiente.
En la otra pared, había un escrito: "LOS INFELIZES QUE OSEN BURLARSE DE LA OSCURIDAD, SUFRIRÁN EL CASTIGO DEL DIABLO".
Esta vez, en vez de vomitar, me mareé, la cabeza me daba vueltas. Todo eso era demasiado para mi salud. Lara, como si no le afectara en absoluto, se acercó al escrito, tocó las letras; se llevó la sustáncia seca a la nariz. Y lo olió.
-Es sangre.

domingo, 4 de julio de 2010

Parte 4: Leyenda


" Me la contó mi bisabuela, cuando no me podía dormir.
Sucedió hace mucho tiempo. En unas tierras muy lejanas, se encontraba un pueblo muy tranquilo y pacífico. Hasta que llegó esa cosa.
Vino una joven de cabellos negros como el azufre, piel morena y ojos azules; su nombre era Sysha. En compañía de un gato tan negro com su cabello. Eso ya hizo murmurar a los vecinos.
Las desgracias llegaron, las cosechas se marchitaban y muchas criaturas morían sin saber porqué.
El alcalde decidió pedir consejo a la iglesia. Llegaron unos respetados curas al pueblo, dijeron que iban a visitar la casa de Sysha.
Llegada la noche, preparáron una audéncia en la iglesia con todo el pueblo. Por supuesto, Sysha no estaba. Para acortar, dijeron que ella no era humana, era el diablo en persona.
El pueblo se puso como loco y fueron con antorchas y herramientas del campo hacia la casa de Sysha.
Los más valientes entráron y la sacaron arrastrándo de la casa. Decidieron que los diablos no merecen ni ser juzgados y la quemaron con vida allí mismo.
Mientras se consumía, dijo al pueblo: " Esto lo recordaré, ¡ Estúpidos bastardos! ¡Me vengaré!
Dicho eso, murió; su gato no se encontró, pero a nadie le importó."
-Y se acabó. ¿ A que os ha gustado? Y sucedió en realidad, creedme, mi bisabuela nunca mintió.
Lo primero que se me paso por la cabeza, era que quien era capaz de contarle esto a alguien antes de ir a dormir y pretender que este se duerma. Me levanté del suelo, más que harto de toda esa historia. Me daba mucha pena la pobre chica de la leyenda.
-¿ Usted cree que era el diablo en persona? Preguntó Sara. No había hablado en todo el rato que Pablo había estado contando la leyenda, cuando siempre había que pedirle que callara.
-¡ Pues claro que sí! Lo más seguro es que se hubiera comido a esos pobres niños del pueblo y que con algun tipo de magia negra marchitara la cosecha. ¡Se lo tenía más que merecido, si señor!
Sara asentía con el campesino, vaya un par. Me los imaginaba quemando a supuestos diablos y dándo saltos alrededor, como cabras.
Cogí el brazo de Sara, dispuesto a irme de una vez por todas.
- Un placer haber hablado con usted, Pablo. Pero tenemos que marchárnos, que a este paso nos pillará la tormenta.

viernes, 2 de julio de 2010

Parte 3: Campesino


-Ella es Sysha.
Jorge se quedó mudo. Observó a su prometida, Sara. Recordó la estúpida leyenda que les contó el campesino, si lo hubiera sabido, no le hubiera dejado explicarla.

Mientras iban cabalgando esa misma mañana, se encontraron a un campesino gritándole a un burro.
Decidieron parar y preguntar que le pasaba.
-¿Que qué me pasa? Lo que pasa es que este estúpido animal se ha declarado en huelga de avanzar más. Y me tiene frito. ¡Frito! Siempre me hace lo mismo. Cuando llevamos un bien ritmo de viaje, frena, me tira de culo al suelo y se queda allí ensimismado.

Observé al pobre animal, estaba allí estirado en la sombra de unos árboles, ajeno a los gritos de su amo. Debía estar acostumbrado. Sentí compasión por el animal, por tener que soportar y convivir con su pesado amo.

-En fin, no les quiero aburrir com mis problemas. ¿Qué les trae por este camino?

Presentí que no nos íbamos a ir de allí tan fácilmente. Así que decidí acabar con la conversación cuanto antes.

-Llevo a mi prometida a conocer a mis padres y si no es mol-

-¿Ustedes dos són novios? ¡Por todos los santos! Ya decía yo que se les veía muy unidos. Si a este campesino no se le pasa ni una. ¡ No señor! Y os doy mis más grandes felicitaciones pareja. ¡Seguro que viviréis muy felices! Si ya me imagino vuestra boda, con unos banquetes llenos de comida; dignos de la realeza...
Gemí, a este no se le quitaban las ganas de hablar ni debajo del agua. Miré a Sara, pero estaba la mar de contenta dándole más bena al campesino.
Esto parecía haber para rato. Dejé a las dos cotorras hablando y me fuí a sentar con el burro.

-Te compadezco,amigo. Yo no lo podría soportar.
¿ Estaba hablando con un animal? No se quién estaba peor. En el mismo instante en que me iba a dormir, me despertó Sara con sus gritos histéricos.

-¡Jorge, despierta! ¡ Que Pablo nos va a explicar una leyenda! ¿ Me estás escuchando, Jorge? ¡Jorge!

Refunfuñé, me reincorporé del suelo ¡ Mi espalda! Y me senté con ellos. Mientras el burro me miraba con cara burlona. ¡ Maldito! Que envidia me dió en ese momento.

-Ejem, puesto que tu chica tiene algo de prisa- Pero si habían estado hablando todo el rato.- les contaré una leyenda que se cuenta por estas zonas. ¡Ah! Que se me olvidaba decírtelo, mi nombre es Pablo.
Miró hacia la lejanía, como si estuviera pensando. Pero pondría la mano en el fuego que Pablo se remoloneaba para que le suplicáramos que nos la contara.