Choose your language in the shadows

viernes, 24 de diciembre de 2010

Feliz Navidad


Cuando el sol se esconda,

Para dar paso a la oscuridad absoluta,

llegará vuestra tan esperada noche.

Con vuestros deseos y fantasias bajo el brazo,

Os iréis a dormir en vuestra comfortable cama,

Deseando que al despertaros,

Y llegue el nuevo dia,

Vuestros deseos se hayan echo realidad.

Hoy es la noche de la esperanza,

El perdon,

La amabilidad,

Y disfrutar con los seres queridos esta mágica noche.

Hoy no es noche de enfados,

Tampoco de venganzas ni arrogancias,

Es noche de alegria y esperanzas.

Los niños hoy seran avisados,

Que si no se van a dormir temprano,

Mañana al despertar no encontrarán nada,

Ya que el portador de regalos habrá pasado de largo su casa.

Los mayores no mostrarán tanto impetú esta noche,

Pero dentro de todos ellos hay un niño,

Con la ilusión de esta noche.

Aunque estos dias haya estado más entre los muertos que con los presentes,

He levantado la cabeza de la ultratumba,

Para desearos a todos y cada uno de vosotros, seguidores,

Una Feliz Navidad.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

CRUDA REALIDAD



Nos encontramos en el claro de un bosque, por donde entran los rayos del sol que iluminan la pequeña figura de una niña. Al notar el calor del sol, abre los ojos y se despereza.


Observa su entorno detenidamente, cierra los ojos, y al cabo de un momento, delante de la niña aparece un pequeño dragón. Este se pone a rugir alegremente, la pequeña abre los ojos, sonríe y se pone a jugar con él. Entonces vuelve a cerrar los ojos y a continuación aparece un gran castillo con un lago, todo rodeado de flores.


Ella crea un vestidito de princesa; un vestido blanco que le llega hasta los pies, con un gran lacito rosa en la cintura, y encima de su cabello rubio una corona. Al cabo de un rato, van apareciendo más cosas como gigantes, gnomos, duendes, elfos, sirenas, unicornios, hadas...


La niña está feliz y va a jugar con sus nuevos amigos. Pasan los años alegremente, hasta que la niña cumple los 12; sus amigos le han hecho muchos regalos, y ella rebosa de felicidad.


Pero un día, aparece un señor en el claro del bosque. El señor observa detenidamente como la niña juega con sus amigos. Avanza unos pasos hacia ella, sus amigos se interponen entre ellos pues perciben que es alguien malo.


-Hola-dice el señor. La niña le mira a los ojos. Con sus ojos llenos de imaginación, ternura, ingenuidad y... magia.


-Hola- contesta ella con una sonrisa.


La niña hace un simple gesto con la mano y sus amigos se apartan de entre ellos dos.


La niña le indica que se siente a su lado. Él asiente y así lo hace. Miran cómo los personajes juegan entre ellos, cuando el señor se decide a hablar.


-¿Qué son?


Ella no gira la cabeza, sigue observando a sus amigos.


-Mis amigos, obviamente.


Él niega con la cabeza, ya que no le ha contestado su pregunta.


-No te he preguntado eso. ¿Qué son?


Entonces se gira para observarle; su cara muestra un estado de confusión.


- No te comprendo.


Él suspira y busca las palabras adecuadas para explicarle.


-Para que entiendas mi pregunta, contéstame ésta: ¿Tú qué eres?


Ella se ríe.


-¿No resulta algo obvio?-dicho eso, vuelve a reír. Él no muestra sentimiento alguno, aparte de una mirada pétrea.


-Dímelo.


La niña va frenando su risa, se seca las lágrimas de tanto reír. Se señala a ella misma y dice:


-Soy una princesa.


Él pone los ojos en blanco, “¿Ésta cría me está tomando el pelo, o qué?”. Reprime su ira y vuelve a decir:


-Dime qué eres, y por favor, sé seria.


Ella le mira sin comprender.


-Soy una princesa.


Él la observa, parece como si se creyera lo que dice. Se queda meditando unos segundos hasta que una voz alegre le dice:


-Se me olvidaba preguntarte por qué has venido aquí.


El señor se queda mirando el horizonte.


-He venido a buscarte.


La niña se asusta y sus amigos la protegen con sus cuerpos. El señor se acerca y se para enfrente de ellos.


-Tienes que venir conmigo.


-No quiero-le contesta la niña con una voz segura e impasible.


El señor se muestra contrariado, pues creía que la tarea le sería fácil.


-No te he preguntado tu opinión. Si digo que vienes, vienes y punto.


Pero sus palabras no cambian la atmósfera en absoluto, la niña sigue impasible. Entonces, decide probar otra táctica.


-Tus amigos no son reales.


-Sí lo son-contesta, tocando a una hada que se le ha puesto encima del hombro.


-No, no lo son. Son fruto de tu imaginación.


-¡NO!-grita la niña enfadada.


El señor da dos pasos atrás, pero sabe que tiene la batalla ganada.


-Sí, sí lo son. Estos personajes no son reales. Son simple fantasía.


-¡Son reales! ¡¿Es que no los ves con tus propios ojos?!


El señor esboza una sonrisa maliciosa y la niña se estremece.


-Los puedo ver porque tú lo quieres así. Si hubieras imaginado que sólo los veías tú, yo obviamente no los vería y pensaría que estás loca.


Entonces, sucede, los amigos de la niña empiezan a volverse transparentes.


-¡NOO!-grita la niña desesperada. Intenta atraparlos con las manos pero los traspasa.


-¿Qué has hecho?-dice la niña temblando.


-He devuelto a tus amigos a donde pertenecen; simple fantasía sin importancia, donde vas, no vas a necesitar todas estas cursilerías.-dice el señor sonriendo.


La niña sigue intentando atraparlos, pero es inútil, sus amigos desaparecen, igual que el castillo y el lago.


Vuelve a ser un simple claro en el bosque, su precioso vestido y la corona también desaparecen. La niña ve como su ropa queda sustituida por un simple vestido negro. La niña contempla su claro, donde antes había todo lo que quería. Su cara está llena de lágrimas, sus piernas ceden y cae al suelo.


El señor se acerca. La niña levanta el rostro, aún humedecido por las lágrimas.


-Eres un monstruo-dice la niña.


El señor pone los ojos en blanco y la agarra por el brazo.


-Vamos.


Arrastra a la niña hasta afuera del bosque, desde allí, la niña ve unas montañas con formas raras, rectangulares, verticales y algo pequeño que parecían ventanas. Todo estaba envuelto por una niebla negra.


-¿Qué es eso?-pregunta la niña en medio de un susurro.


-El mundo de los mayores.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

El embrujo de la Reina de Hielo


Esto que voy a explicar,
lo dedico a las princesas soñadoras,
aunque más bien que dedicar,
es una advertencia.
Cuando os miréis en el espejo,
no veréis vuestro reflejo,
veréis el reflejo de la Reina de Hielo.
Es una maldición,
todas las princesas sucumben a su encanto,
y pierden su llama al intentar parecerse a ella.
¿Porqué mis queridas princesas?
¿Que os atrae de ella?
¿Tal vez su fino rostro?
¿Su fría mirada?
¿Su pelo sedoso y largo?
¿Su perfección tal vez?
¿Porqué, mis queridas princesas?
¿Porqué os lastimáis a vosotras mismas?
¿Porqué os juzgáis tan duramente?
¿Porqué quereis esconder vuestro bello rostro tras una fría máscara?
¿Porqué maltratáis a vuestro pobre cuerpo con duros escarmientos?
Mis queridas princesas,
si os dejáis atrapar por el embrujo de la Reina,
estáis acabadas.
Mediante magia,
convertirá vuestra comida en asquerosidad,
vuestro bello pelo se marchitará y se caerá,
y al final, al acabar el hechizo,
no seréis como esperábais.
Esperábais ser como ella,
la perfección,
pero lo único que habréis conseguido es mataros.
Y para cuando os deís cuenta,
será demasiado tarde.
Porque vuestra vista la Reina os la quitará,
y por obra de un maleficio os veréis monstruosas.
Y mientras la Reina ríe,
al ver vuestras caras asustadas frente al espejo,
vosotras, mis princesas, sucumbiréis a ella.
Como moscas.
Y será vuestro fin.
No hay magia que derrote a la Reina,
tampoco fuerza,
tan sólo podreís escapar de su hechizo,princesas, mediante mucho esfuerzo y determinación.
Tendréis que abandonar vuestro castillo,
y luchar con vuestra armadura puesta.
Nadie dijo que las batallas fueran fáciles de ganar,
pero os diré un pequeño secreto.
Las mejores batallas jamás vistas són contra uno mismo.
Esta es pues,
mi advertencia, pequeñas princesas.
Podeís tomarla o dejarla.
Allá vosotras. Pero recordad,
la Reina de Hielo aparecerá cuando menos os lo esperéis...

sábado, 23 de octubre de 2010

Títeres


Cerebros conectados a una misma máquina llamada sociedad.

Parpadéos al unísono.
Misma ropa.
Mismos movimentos.
Los poderosos crean muñecos y muñecas,
les clavan hilos y los manejan como títeres.
Pensamos que somos libres.
Creemos tener libertad.
Confiamos en que seamos admitidos entre los de alto poder.
Pero nunca entraremos en su mundo.
Ellos són los que mueven los hilos,
y los otros són sus títeres.
Criaturas sin vida.
Al nacer, les quitan el cerebro,
y llenan el vacío con aire.
Les susurran a los oídos promesas
y sueños que jamás veran cumplir.
La pobre criatura acepta, con temor a ser rechazada,
a ser un títere más de la colección.
La música está en marcha.
Todos bailan al compás.
Ritmos lentos, muertos vivientes.
Se comportan como zombies.
Andan por andar, comen por comer, hablan por hablar.
Vacío, todo lo que les entra y sacan son palabras vacías; són la nada.
Un dos tres un dos tres. Nadie pierde el compás.
¡Un momento!
Alguien está marcando mal los pasos. Sus hilos se han roto.
Los otros títeres paran.
Hacen un círculo y el títere sin hilos en medio.
Cada vez se acercan más.
De su espalda sacan un cuchillo.
Y se abalanzan a la vez sobre él.
No les gustan las imperfecciones.
Les asusta salirse de las reglas.
Temen cambiar su rutina.
Por todas esas cosas y más,
matan al extraño, al que se sale de las reglas.
Lo convierten todo en un baño de sangre.
Sé como se sienten.
Conozco sus temores y angustias.
¿Que porqué?
Porque antes era como ellos.
Pero ahora sólo me quedan los hilos clavados en la piel.
Para no olvidarme jamás en que intentaron convertirme
y fracasaron.





lunes, 11 de octubre de 2010

Gemelas



En la más alta torre,
en la fría noche,
cuando todos tendrían que estar durmiendo,
hay dos seres despiertos.

Inquietos por las predicciones.
Allá arriba,
dos hermanas se observan,
idénticas como gotas de agua,
y a la vez diferentes,
se sostienen la mirada,
aguardando a que una diga algo.

Las dos han soñado,
las dos han temido,
las dos han visto
y sólo una conoce el oscuro secreto.

La predicción mostraba masacres,
gente muerta,
carbonizada,
agonizando,
y en medio de todo ese terror,
aparece una delgada figura,
que cubierta con una capa,
enfunda en su mano el arma de las calamidades.

Las gemelas se observan,
una se decide.
Se estira en el suelo
y le pide a su hermana que la envía a la predicción,
y de esa manera acabar con la pesadilla.
Ella asiente y coge su violín,
cierra los ojos,
las cuerdas vibran al ser frotadas,
su gemela ya ha entrado en trance.

"La gemela abre los ojos,
todo es fuego y destrucción a su alrededor,
se encuentra dentro de la predicción.

Avanza entre los cuerpos muertos,
hasta que vislumbra a la delgada figura.
Coge un hierro del suelo
y se acerca lentamente.

Ya la tiene justo enfrente,
levanta el hierro y se avalanza encima de ella.
Justo en ese momento,
la figura se gira.

La gemela cae al suelo,
gime, se toca el estómago,
está brotando sangre,
levanta la vista para ver a su asesino.

La gemela llora, mira al asesino
y le pregunta: ¿ Por qué?
El asesino aprieta su cuello con la espada,
hasta que empieza a sangrar.

Antes de matarla,
la levanta por el cuello y se la acerca.
Es nuestro castigo, le susurra al oído,
le observa la cara
y besa sus labios temblorosos.

Arremete su espada y le corta la cabeza.
La cabeza de la gemela cae pesadamente contra el suelo,
con los ojos abiertos cubiertos de lágrimas.

Su asesino se queda observando su cuerpo degollado.
Levanta su mano,
ensangrentada,
manchadas de culpa,
observa su espada,
esta también teñida de rojo.

Observa el cielo,
cubierto por nubes negras.

Grita,
no de alegría,
tampoco de culpabilidad,
mas bien de frustración."

La gemela deja de tocar el violín,
observa a su gemela,
tendida en el suelo,
con las manos entrecruzadas sobre su pecho,
parece una princesa de cuento,
esperando el beso del príncipe,
y así despertar de su letargo.

Pero la gemela sabe que es imposible,
ella ya está muerta.
No volverá a abrir los ojos jamás.
Se quita la rosa del pelo,
y la pone en las manos de su gemela.

Observa fijamente su violín,
sin darse cuenta,
lo tiene tan aferrado que sangran sus manos,
lo tira contra el suelo.

Se rompe en mil pedazos,
vuelve a mirar sus manos,
sin herida alguna,
pero manchadas de sangre.

Vuelve a mirar a su gemela,
le toca el pelo,
tan liso y suave,
ya no podrá volver a peinarlo jamás,
toca sus fríos labios,
ua no volverá a oír su cantarina voz,
se acerca lentamente,
y besa sus helados labios,
por última vez.

Se levanta del suelo,
se aleja de ella,
lentamente,
sin despegar su mirada de ella,
choca contra la columna.

La toca con la mano,
aun sin despegar la mirada de su gemela,
busca la otra columna,
ya está entre las dos columnas,
a su espalda no hay más que vacío,
y una caída fatal.

Inspira hondo,
se sujeta bien a las columnas,
y se empuja hacia atrás.

Cae,
se precipita al vacío,
aun sin despegar la vista de la alta torre,
derrama un tímida lágrima
y aulla a la Luna.

Grita,
grita por su gemela muerta,
grita por su amor prohibido
y grita por el terrible destino que les auguraron.

Nadie las molestará jamás,
nadie volverá a señalarlas con el dedo.
Ahora podrán estar juntas,
sin prejuicios.

Mientras las otras parejas gritan,
se estremezen en la oscura sociedad,
las gemelas están en la blanca luz de la eternidad.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Rosal


En medio de la oscuridad,
se entrelaza un frágil rayo de luz.
Una luz que recae sobre alguien,
está atrapada,
encadenada por un rosal,
sus espinas atraviesan su piel,
como si de agujas se tratasen.
Su pelo plateado esconde su bello rostro,
pero entre sus mechones podemos ver sus ojos.
Están cerrados, pero aún hay lágrimas secas en sus mejillas.
Ya no le quedan lágrimas que verter,
ni voz para poder gritar.
Ella, atrapada en un rosal,
flotando en el aire,
espera que alguien acuda a su ayuda.
Que la libere de esa tortura.
Pero, ¿ Ecuchaís eso, espectadores?
Son unos pasos, fuertes, inseguros.
¿Los oyes? Se van acercando al rayo de luz.
Es un chico,
se mira a la chica atrapada,
aparta su pelo para poder verla mejor.
Se la queda mirando fijamente.
Después se fija en el rosal.
Intenta estirar, pero es inútil.
No puede romperlo.
Intenta estirar el brazo de la chica,
pero cada vez que estira su brazo,
más carne desgarra el rosal.
Cae al suelo,
sudoroso,
desesperado.
Necesita ayuda.
¿Que opinaís? ¿Le ayudamos?
Venga, allá vamos.
Salgo de mi escondite,
el chico, al verme, se tensa.
-Tranquilo, chico. No voy a morderte.
Pobre ingenuo...
-Veo que quieres liberar a la chica,¿ Cierto? Bien, yo se cómo.
El chico me mira dudoso, mira de reojo a la chica
y me vuelve a mirar a mi.
-Cómo.
-¡Así me gusta! Que tengas valor. Ven, acércate.
Le cojo del hombro y le acerco al rosal.
-Para liberar a la chica, tienes que darle tu sangre al rosal.
El chico me mira estupefacto. No me cree.
Bufo. A este chico hay que darle todo echo.
Me muerdo la muñeca,
absorviendo mi sangre.
Una vez tengo la boca llena,
me acerco a la rosa más cercana
y empiezo a soltar sangre.
Una vez que he vertido toda la sangre,
el rosal se estremece y suelta su presa.
La chica cae contra el suelo.
El chico, ilusionado, va corriendo hacia ella.
Pero antes de tocarla,
se fija en el rosal.
Vacila, pero al final toca la rosa.
¡ZAS! Le han cogido el brazo.
Grita, pero es inútil.
El rosal una vez que atrapa a alguien,
no lo suelta jamás.
A no ser que le entregues nueva comida.
Mientras oigo los gritos del chico,
me aproximo a la chica.
Le toco el cuello. Está muerta.
Suspiro,¿ Y de que me sirve a mí una chica muerta?
Le doy una patada al cuerpo sin vida
y la envío a la oscuridad.
El chico sigue gritando, luchando.
-¡Ayúdame!
Me giré en redondo para verle.
¿Me estaba pidiendo ayuda?
Me acerqué a él hasta que tuve su cara a milímetros de mí.
-Tu solito te has enredado, tu solito te desenredarás.
Ví como caía una gota de sangre por su mejilla.
Me acerqué y la lamí con la lengua. Embriagador.
Doy media vuelta y me vuelvo a meter en la oscuridad.
Esperando.
¿Quién es el siguiente inocente?

lunes, 27 de septiembre de 2010

Bueno o malo

Bueno o malo,
Cielo o Infierno,
Descanso o sufrimiento...
¿A quien le importa?




Entre los finos hilos del Destino,
se encuentran las que tejen nuestra vida.
Deciden quien vive y quien muere con sus largas manos huesudas.
Mas si una de ellas se cansa o se enfurece,
con un simple esfuerzo romperá nuestro frágil espíritu.
Y cuando eso suceda,
caeremos en las profundidades de la oscuridad,
donde seremos juzgados,
y allí se decidirá nuestro siguiente paso.
Alcanzar al fin la paz tan ansiada o caer en las profundidades ardientes de la Tierra y padecer eternamente dolor y sufrimiento.
En la balanza están puestas ya las dos vías.
Y ya se ha decantado por una.
Mientras se abre la puerta lentamente,
se oyen gemidos, aullidos y olor a quemado...
¿Habrá salvación o paz realmente para nuestra alma?

domingo, 26 de septiembre de 2010

Juego!



Las reglas del juego del 4 son

1. Una vez nominado tienes que poner el link del blog que te ha nominado.

http://enamoradadelasletras.blogspot.com/



2. Nominar a cuatro personas.


Mhay/Yham


Rosebelle Marie


Infectados


Maharet



3. Hacer saber a esas personas que las has nominado.

4 Cosas que siempre llevo en el bolso/mochila:

Mi móbil

Mi Mp4

Mis llaves

Chicles

4 Cosas favoritas de mi habitación:

Mi camaaa

Mi estanteria llena de trastos

Mis cómics

Mis quadernos

4 Cosas que me gustan ahora mismo:

Escribir

Mi blog

Pasear

Observar

4 Cosas que siempre he querido hacer:

Dar la vuelta al mundo

Publicar escritos

Tener una moto

Saber tocar la guitarra eléctrica

4 Cosas que no sabias de mi:

Nací el 2 de marzo, así que soy Piscis

Tengo fobia a la agujas

Tengo bastante rencor

Suelo soltar cosas sin pensarmelo antes

4 Canciones que no me puedo quitar de mi cabeza:

Sweet dreams de Marilyn Manson

Everybody is fool de Evanescence

What you are de Bleak

Clint Eastwood de Gorillaz

Y de premio os dejo esta imagen. Esta va para los nominados y a todos mis seguidores.

















miércoles, 22 de septiembre de 2010

Inalcanzable



Entre la cortina de agua,
intento buscarte,
trato de alcanzarte,
tocar tu mano,
y así, tal vez,
calmar mi frenético corazón .

Pero mi búsqueda es inútil,
cuando más trato de alcanzarte,
más te alejas de mí,
cada paso que avanzo,
tu avanzas dos pasos más.


Creando una barrera invisible entre nosotros,
un tenso hilo que nos une.

Quiero romper la barrera,
quiero cortar el hilo.
Para poder encontrarme a tu lado,
y no alejarme jamás.

Pero con desearlo no basta,
mis palabras no te llegan,
mis ansias no las sientes,
mis gritos no los oyes.

Y entre la cortina de agua y la barrera,
tu te alejas de mi vera.

Hago un máximo esfuerzo.
Mi mano llega a tocar el halo de calor que desprende tu mano,
pero no más;
en el mismo instante que te toco,
tu cuerpo se estremeze,
tu camisa se desgarra,
para dejar entrever una desnuda espalda.

Pero lentamente,
de tu espalda nacen alas,
blancas como la nieve,
puras como la Luna.

Mueves las alas y emprendes el vuelo,
dejándome en la Tierra,
como si nunca hubieras estado,
pero veo algo en el cielo,
navegando por el aire,
estiro la mano y lo cojo.

Es una pluma.
Levanto la vista,
ya has desaparecido,
pero has dejado un rastro.
Me acerco la pluma al pecho.

Quizás pensaste que era mejor alejarte,
no vernos más,
no atraernos jamás,
mas estás equivocado.

A lo mejor puedes olvidarme,
pero yo jamás te olvidaré.

Te caíste del cielo,
y apareciste delante mío.
Me enamoraste con tu dulzura,
me atraíste con tu misterio,
me atrapaste con tus alas.

Mi Ángel, mi ser celestial.
Seguiré buscándote,
por Tierra y por Cielo,
esperando ver tus blancas alas desplegadas.
Entonces me cogerás en tus brazos,
y me llevarás por el Cielo.

Como si de un sueño inalcanzable fueras,
seguiré recordándote,
aunque me lleve años,
o sean siglos,
no frenaré mi búsqueda hasta alcanzarte,
aunque muera en el intento,
me convertiré en alma errante,
si de ese modo consigo verte una vez más.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Eternidad


Con la eternidad no se juega,
dicen que es lo mejor,
no envejecer jamás.
Joventud eterna,
ser inmortal,
belleza perdurable;
jugar con el Tiempo.
Farsas, mentiras, ilusiones.
La eternidad no es el cielo que prometen,
no es la medicina que calmará nuestras inapagables ansias,
no es el escudo que nos protegerá contra el temor de la muerte.
Puedes vivir eternamente,
pero todo tiene un precio que hay que pagar.
Si aceptas ser inmortal,
oirás voces dentro de tu mente,
tur órganos putrefactos se irán consumiendo entre ellos,
la carne de animal no te saciará,
tendrás que pecar y comerte a tus prójimos.
Aunque bien pensado,
tus prójimos ya no podrán serlo jamás.
Puesto que a sus ojos,
tu no eres humano,
ni tan siquiera animal,
te convertirás en un monstruo.
Las voces dentro de tu cabeza augmentarán,
no acallarán,
caerás en la locura,
las seguirás oyendo por toda la eternidad.
Sentirás, notarás como los gusanos recorren tu cuerpo sin fin.
Un circuito inacabable.
Sin que puedas pararlo.
No conseguirás frenarlos.
¿ Quieres saberlo?
Porque ellos comen carne muerta,
y tu estás muerto por dentro.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Ángel de la música


En la oscura noche,

mientras dormía,

aparecías tú.

Me cantabas al oído,

cuando soñaba,

aparecías en mis sueños,

me decías que eras mi Ángel,

mi guardián, mi protector.

Fui creciendo,

pero tu seguías apareciéndote en mis sueños,

como si de un ángel en verdad fueras.

Cuando cantaba, era como si estuvieras allí,

a mi lado, observándome,

analizándo cada pequeña parte de mi ser.

Entonces, una noche, te presentaste.

Mientras estaba en mi habitación,

escuché una voz que decía mi nombre,

como si de un hechizo se tratase,

la seguí,

toda yo hipnotizada por esa voz,

bajé las escaleras,

abajo me esperabas,

con tu oscura capa y tu máscara.

Me tomaste de la mano,

y me induciste en tu mundo,

mientras navegábamos por el agua,

tu ibas cantando,

pidiéndome que te acompañara.

Nuestras extrañas voces y nuestros espíritus se juntaron,

haciendo una rara combinación,

eras muy misterioso,

nunca dijiste nada sobre ti mismo,

decidí descubrir que escondia tu máscara.

Y el hallazgo que encontré me asustó,

no escondías nobleza,

tampoco belleza,

sino un rostro carcomido por la vida,

asustado de salir a la luz.

Mas no me repugnaba,

aun así,

te enfureciste,

me arrancaste la máscara de mis manos,

y te la volviste a poner.

Desde ese encuentro,

acudías a mi habitación,

no estabas presente,

mas yo sabía que estabas ahí,

al acecho,

esperando a que estuviera sola,

para arrastrarme otra vez a las profundidades.

Tu me ofrecías amor, afecto,

con la esperanza de ser correspondido,

pero mi corazón ya no podía ser tuyo,

ya se lo había dado a otro.

Al saberlo, gritáste,

me cogistes fuertemente de la mano,

y con una mirada de locura,

me susurraste que eso era imposible,

que yo era tuya,

te pertenecia.

Me encerraste allí, sola.

Diciéndome que seria libre si me casaba contigo.

Mis lágrimas no te apenaron,

mis súplicas no te conmovieron,

mis argumentos no te convencieron.

Mas un dia,

bajó a las profundidades mi salvador,

Me arrancó de tus manos,

y huímos de tu guarida.

Mientras subíamos las escaleras,

escuché tu música y tu voz.

Una voz anhelante, sola,

que había perdido su Ángel de la música.

Los años transcurrieron,

viví feliz con mi amado,

mas una cosa diré,

cuando me encontraba sola,

notaba tus ojos observándome.

Y cuando soñaba,

te aparecías en mis sueños,

invitándome a cantar con él.

Su Ángel de la música,

su musa,

y su amor perdido.

Ya me falta menos para ponerme al día con vuestros blogs. Espero que reconozcáis al Fantasma que os he presentado hoy, aunque no esté aquí, nos observa. Dadlo por seguro.

lunes, 30 de agosto de 2010

Regreso

¿ Que tenemos en común la malas hierbas y las sombras? Que nunca desaparecen.

Tumba


Pala dentro, pala fuera. Pala dentro, pala fuera.

El Sol ya no está en lo más alto, empieza a retirarse. Tengo que darme prisa.

Pala dentro, pala fuera. Pala dentro, pala fuera.

Un cuervo se posa en la rama del árbol más cercano. Grazna. Yo le grazno a él. Mueve sus alas y reprende su vuelo.

Pala dentro, pala fuera. Pala dentro, pala fuera.

Oigo pasos que se acercan. ¿ Ya llega? ¿ Tan pronto?

Los pasos són cortos y rápidos; por el rabillo del ojo veo a un niño. Me mira. Yo sigo cavando con la pala.

Pala dentro, pala fuera. Pala dentro, pala fuera. Mira a su alrededor y se sienta en una gran roca y me observa. Mueve las piernas en el aire, y sigue observando como voy haciendo un agujero y saco más arena.

-¿ Por qué sacas arena?

- Para hacer un agujero.

-¿ Y por qué haces un agujero?

- Para enterrar a una persona.

- ¿ Y por qué vas a enterrar a una persona?

- Porque va a morir.

-¿ Y por qué va a morir?

- Porque me hizo daño.

- ¿ Te hirió?

-Sí, me me hizo mucho daño, aún sangro.

- ¿ Y por dónde sangras?

- Dentro de mí, mi corazón se está rompiéndo.

- ¿ Y te vas a curar?

- Si.

- ¿ Cuándo?

-Pronto, muy pronto.

Pala dentro, pala fuera. Pala dentro, pala fuera.

Listos ya está el agujero. Me sacudo la arena de encima, cojo la pala, y ahora sí, miro al niño.

Está balanceándose en la roca con una ramita en la mano y que la mueve en el aire, haciendo círculos.

- ¿ Ya has acabado el agujero?

- Si, ya está.

- ¿ Y ahora que vas a hacer?

- Esperar.

- ¿ Esperar a quién?

- Al que me hizo daño.

- ¿ Vendrá aquí?

- Si.

- ¿ Por qué?

- Porque se lo dije yo.

- ¿ Y vendrá?

- Si.

- ¿ Por qué?

- Porque no puede faltar.

- ¿ Por qué no?

- Porque hay una sorpresa.

- ¿ Para quién?

- Para él.

- ¿ Y que és?

- Una fiesta.

- ¿ Lo sabe él?

- No, es una sorpresa.

- ¿ Le hará ilusión?

- No tanto como a mí.

- ¿ Por qué?

- Porque le espera un regalo.

- ¿ Un regalo?

- Si.

- ¿ Qué regalo?

- Uno muy especial.

- ¿ Se lo esperará?

- Ni en sus peores pesadillas lo esperaría.

- ¿ Y cuando vendrá?

- Enseguida, ahora toca esconderse.

- ¿ Los dos?

- Si.

- ¿ Por qué?

- Para darle una sorpresa.

- ¿ Se la haremos los dos?

- Sí, tu me ayudarás. ¿ Oyes? Ya se acercan unos pasos. Corre. Nos esconderemos detrás de estos arbustos.

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Al final había decidido ir. No sabía aún porqué., pero mi cuerpo se puso en marcha sólo. Esa mañana había recibido un correo citándome aquí a medianoche. La Luna ya estaba en lo más alto. Todo estaba oscuro y frío, muy frío. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.

En medio de la oscuridad, me pareció ver algo. Me acerqué. Había una montaña de arena y al lado un agujero. Me asomé con cuidado en él, no podía ver el final. De repente, alguien me empujó. Grité, pero mi garganta ya se había quedado sin voz y aún no había llegado al fondo. Esperé la caída final. Cuando llegó, mi cuerpo rebotó contra él. Me toqué la cabeza dolorida.

Miré hacia arriba y me pareció dislumbrar dos figuras, una más grande que la otra. Pero una figura me era muy familiar, y para cuando me quise dar cuenta, perdí el conocimiento...


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- ¿ Y ahora que hacemos?

- Devolver la arena a su sitio.

- ¿ Y el hombre?

- Le hará compañía la arena.

- ¿ Seguro?

- Segurísimo.

- ¿ Y si se aburre?

- Que cuente los granos de arena.

- ¿ Y si tiene hambre?

- Que coma gusanos o bichos que viven bajo tierra.
Arena, arena, más arena.
- ¿ No le costará respirar?
- Esa es la gracia.
- ¿ Y tu regalo?
- Lo estoy acabando.
El niño se asoma en el agujero, aún se ve la cara de él.
- Está inconsciente. ¿ Cuando verá tu regalo?
- Cuando despierte.
- ¿ Lo hará pronto?
- Quien sabe, puede que sí.
Arena, arena, más arena. Ya voy por la mitad. Augmento el ritmo. Arena, arena, más arena.
- Esto está mal.
- ¿ El que está mal?
- Lo que estás haciendo.
- ¿ Por qué?
- Porque estás enterrando a una persona viva.
- ¿ Y?
- Las tumbas son para las personas muertas.
- Pero enseguida él también lo será.
- ¿ Tu crees?
- Segurísimo.
- Pero yo quiero ver su cara cuando vea tu regalo.
- Eso no va a ser posible, a no ser que quieras unirte a él.
Negó con la cabeza, se tumbó al suelo y apoyado en sus codos y balanceando las piernas, miraba como iba tirando más arena. Arena, arena, más arena.
- ¿ Le gustará tu regalo?
- Por supuesto.
- ¿ Será feliz?
- No creo que sea la palabra exacta.
- ¿ Se quedará mudo de la impresión?
- Yo no habría sabido decirlo mejor.
Arena, arena, más arena. Acabé, ya estaba toda la arena en su sitio de nuevo. Igualé toda la arena, miré la tumba y me senté en la gran roca donde antes estaba el niño.
- ¿ Y ahora que harás?
- Esperar.
- ¿ Esperar el qué?
- Esperar la reacción de él.
- ¿ Cuando vea tu regalo?
- Si.
Empezé a escuchar una leve voz que provenía de allí. Me levanté y acerqué la oreja a la tumba. Sonreí, y seguí escuchando.
- ¿ Se despertó?
- Si.
- ¿ Le gusta?
- Le fascina.
-¿ Puedo escuchar yo también?
- Claro.
El niño se acerca y pone la oreja al suelo él también.
- Grita mucho.
- Eso es porque le gusta mucho.
- ¿ Pero aún está vivo?
- No por mucho tiempo.
- ¿ Y cuando morirá?
- Cuando no le oigas gritar más.
Pasamos un buen rato escuchando, el niño siguió escuchando pero yo me cansé enseguida y me senté en la piedra.
- Ya no lo escucho.
Levanté la mirada, dejé las hojas con las que estaba jugando y me acerqué a él. Acerqué la oreja al suelo. Sonreí ampliamente.
- Murió.
- ¿ Tan pronto?
- Se devió cansar pronto del regalo.
El niño se levantó del suelo, se quitó la arena de los pantalones y me miró con cara de preocupación.
- ¿ Iré al Infierno?
- No lo se.
- Mamá dijo que matar a alguien es pecado.
- Técnicamente no lo ha matado ninguno de los dos.
- ¿ Entonces quien fue?
- La misma tierra lo mató.
- ¿ Entonces iré al Cielo?
- No lo creo.
- ¡ Pero yo no hice nada malo!
- Cierto, pero viste lo sucedido y no me lo impedistes.
- ¡ Pero eres mucho más grande que yo!
- Seguramente, si hubieras intentado impedírmelo o decírselo a alguien, le habrías echo compañía a él.
- Pero yo no quiero ir al Infierno, mamá dice que es un sitio horrible. El niño empezó a temblar de cabeza a los pies.
Suspiré y me acerqué a él. Me agaché para estar a la misma altura que él.
- Yo se una manera de no ir al Infierno.
- ¿ De verdad?
- De verdad de la buena.
- ¿ Que harás?
- Te convertiré en algo que podrá volar libre por el cielo.
- ¿ Podré volar?
- Sí.
- ¡ Que bien!
- Pero tienes que darme algo a cambio.
- No tengo dinero.
- No quiero tu dinero.
- No tengo ropa valiosa.
- No quiero tu ropa valiosa.
- ¿ Que quiéres de mí?
- Tu alma y tu fe ciega en mí. Me miró con cara confundida.
- ¿ Dolerá?
- En absoluto.
- Entonces sí.
- Cierra los ojos.
Cerró los ojos, me levanté, puse mis manos en su cabeza, inspiré su olor. Le murmuré al oído, y lentamente empezóa surgir efecto. Empezó a salirle plumas por todo el cuerpo, la nariz y la boca se juntaron y se alargaron.
- Puedes abrir los ojos.
Los abrió. Miró sus alas, las movió y alzó el vuelo. Tenía los ojos rojos como la sangre y las plumas negras como el carbón. Voló en círculos alrededor mío.
Cogí la pala de nuevo, la cogí con las dos manos y la clavé en el suelo. Se convirtió en un bonito bastón puntiagudo con una piedra roja.
Silvé con los dedos. Respondieron dos graznidos. Inmediatamente aparecieron dos cuervos. Miraron con extrañeza al nueva cuervo, pero enseguisa se comprendieron entre ellos.
Entretanto, me puse la capucha encima de mi cabeza, y sin mirar atrás, seguí mi camino hacia la nada. Con los cuervos detrás siguiéndome y la gran Luna observándome desde los altos cielos.
Que suenen las trompetas del Apocalipsis. Regresé, mis queridas sombras. Ya he empezado a ponerme al dia con vuestros blogs y correos.
Nos esperan muchos momentos para pasar todos juntos, ¿ Estaís preparados para lo que se avecina?


domingo, 25 de julio de 2010

Viaje

No importa si el viaje es largo o corto, lo que interesa es hacerlo inolvidable

Hola pequeñas sombras, muchos de vosotros preguntáis si la historia El demonio y el prisionero la he acabado o haré una segunda parte. Por mi, la doy por terminada, pero quien sabe, a lo mejor utilizo algun personaje muerto o vivo y monto algo... En fin, eso ahora no tiene mucha importancia.
Tenía pensado publicar alguna entrada con alguna historia o pensamiento antes de marcharme, pero eso sería ser demasiado amable por mi parte. Os dejaré con las ganas de leer escritos míos hasta que vuelva de nuevo desde las sombras.
No os quedéis sorprendidos, yo también tengo derecho a cogerme vacaciones. No se cuando volveré; marcharé mañana por la mañana, cuando vosotros, humanos, aún estéis durmiendo en vuestras camas, sanos y salvos.
¡Aprovechad! La tranquilidad no os durará mucho tiempo, cuando vuelva, preparaos. Volveré más enérgico y con más ganas de criticar al personal. Sin ánimos de ofender a nadie, no os deis por aludidos.
¿ Me preguntáis dónde me voy? ¿ No? Me trae sin cuidado, os lo diré de todas formas.
Primero iré a un pueblecito, perdido entre las montañas, seguramente no habrán visto en persona ni oído hablar de las sombras. Pero no pasa nada, haré que se acuerden de mí por mucho tiempo. No se olvidarán jamás de mi estancia. Después tenía pensado ir a un pueblo costero, para asustar a los innocentes turistas que se creen cualquier historia que les cuente. No creo que salga por las noticias por pequeñeces de ese calibre, pero nunca se sabe. Estar atentos a las noticias.
Como podéis ver, no me aburriré en absoluto. Aclaro una cosa, cuando digo vacaciones, me refiero también a desconectar del mundo. Y en lo que os pueda afectar a vosotros, desconectar de mis dos blogs.
No soporto las despedidas así que allá van unos cuantos consejos de esta sombra:
Si llegáis al extremo de cometer alguna acción no prudente donde podéis salir perjudicados por no poder leer escritos míos, no me hago cargo de las muertes. Allá vosotros.
Si no estáis tan desesperados, podeís releer las entradas.
Si os da completamente igual, pues nada, seguir con vuestra insulsa vida. ¿Que queréis que os diga?
Si os alegrais de mi partida hasta al extremo de hacer un club anti sombras o hacerme vudú para matarme; primero, mediante brujeria no me matareís, catetos, segundo, me da igual si montáis un club o un grupo contra mí. Cada uno ocupa su precioso tiempo con lo que quiera, si quereís ocuparlo con noñerías,adelante, no os lo prohibiré.
Y los humanos que se saben comportar y esperarán mis escritos pacientemente sin armar ningún revuelo, esperar mis escritos con ganas, no os defraudarán.
Me despido ya, humanos, tranquilos, cuando vuelva me pondré al día con vuestros blogs.
Una cosa antes de acabar, me a sorprendido gratamente este augmento de seguidores. En serio, no pensaba que llegara a tener más de cinco seguidores cuando pensé hacer este blog. Y ahora tengo muchos seguidores. En realidad, me da igual el número. Lo que me interesa es que leáis lo que pongo en el blog, que para algo lo escribo y lo cuelgo. Si me diera igual, no habría creado este blog. Y que más da si comentaís o no, mi objetivo es que con lo que escribo os deís cuenta de cosas que ignorábais.
Pues aquí os dejo.
Recordad mi presencia en la oscuridad que os acecha.
Si notáis un halo frío en vuestra nuca, soy yo que os osbserva desde las sombras.
Recordad,
no es un hasta nunca,
es un hasta luego.

sábado, 24 de julio de 2010

Parte 10: Resurrección


- Pásame ese mortero de allí.
- ¿ Cojo también los huesos de cabra?
- ¡ Por supuesto! No puede faltar algo tan importante como eso.
Mi conciencia fue despertando, noté un dolor latente en la nuca, intenté tocármelo con la mano, pero mi cuerpo no respondía. Probé de abrir los ojos, pero me pesaban demasiado. Después de mucho esfuerzo y sudor, conseguí abrir los ojos.
El señor Remírez estaba resiguiendo con el dedo un libro abierto mientras le daba vueltas a un pequeño cazo. Sara iba echando cosas dentro. ¿Eso que había echado era un ojo? Parpadeé y seguí examinando la sala. Me fijé en que estaba encadenado a la pared. Miré a la izquierda; estaba Lara encadenada de manos y, a diferencia de mí, también de pies, estaba encadenada a la pared. Los pies no tocaban al suelo. Tenía sangre reseca por el cuello y la ropa. Y un charco debajo de ella de sangre seca. Tenía la cabeja cabizbaja; si estaba encadenada de ese modo, pensé que Lara aún estaba viva, en muy mal estado, pero al menos viva. Ellos aún no se habían percatado de que había despertado o simplemente me ignoraban, me daba igual. Tiré de las cadenas que me apretaban, pero estaban bien pegadas a la pared.
- Vaya, se despertó Bella Durmiente. Si no te importa, estamos trabajando, asi que no hagas más ruidos molestos.
Iba a contestarle, pero el señor Remírez, sin nisiquiera mirarme, me enseñó un barra de hierro.
Tragué saliva y me quedé en silencio. Miré otra vez a Lara. Quería hablar con ella, pero estaba demasiado lejos de ella y estaba la maldita mesa de piedra en medio. Quería saber porqué nos habían encadenado como a unos presos, así que me armé de valor y hablé.
- ¿ Porqué nos hace esto? El señor Remírez siguió mirando el libro y dando vueltas con una cuchara el cazo. Sara echó alguna cosa más dentro y cogió ella misma la cuchara y dió vueltas. Empezó a llegarme un olor asqueroso a mi nariz. Al ver que me ignoraban, abrí la boca para preguntarlo otra vez, pero se volvió a avanzar otra vez.
- ¿ Que porque os lo hago? Eres una rata bastante tonta. Siguió mirando el libro, le susurró algo al oído de Sara y esta se fue corriendo escaleras arriba.
- Pero como tenemos tiempo, no veo porque no tendría que contártelo. Total, no vivirás para contarlo. Dio unas vueltas más a lo que fuera que había dentro y quitó la cuchara. El cazo siguió desprendiendo ese asqueroso olor por toda la sala.
- Vas a presenciar una resurrección.
Abrí mucho los ojos. Este estaba loco de atar.
- Por tu cara diría que no me crees. Da igual, tu mismo. Enseguida lo verás con tus propios ojos. Sara llegó corriendo. Tenía la respiración acelerada, pero sonrió satisfecha y le entregó un puñal a él. Paso un dedo por la hoja, sonrió y lo dejó en la mesa.
- ¿ Que te parecería si te dignaras a hablarnos, Lara?
Miramos todos a Lara. ¿ Estaba despierta? Levantó la cabeza lentamente y miró fríamente al señor Remírez. ¿ Desde cuando estaba consciente? ¿ Había escuchado algo esencial que yo no hubiera escuchado?
- ¿ Sigues sin querer hablar, querida? Siempre tan terca. En fin, sigamos. Se acercó lentamente a Lara. Se miraron a los ojos por unos segundos. Después tocó el pelo de Lara.
- Es una lástima que las cosas tengan que terminar de este modo. Dicho eso arrancó unos cuantos pelos de la cabeza de Lara y los dejó encima de la mesa. Lara no mostró ninguna emoción. Cogió el puñal y lo acercó a Lara.
- Pero tu ya sabías que este momento llegaría en cualquier momento. Con un rápido movimiento, hizo un corte perpendicular en una muñeca y después en la otra. Entre los tejidos del corte empezó a salir tímidamente sangre, para después ir cayendo al suelo gota por gota. Sara cogió el pequeño cazo y lo llevo hacia donde estaban ellos. Acercó el caldero a la muñeca y cayó una gota de sangre. Dos gotas. Tres gotas y después en la otra muñeca. Una gota. Dos gotas. Tres gotas. Apartó el cazo y lo dejó en la mesa de piedra. Dió la vuelta para dejar que la mesa estuviera entre ella y Lara y el señor Remírez. El señor Remírez se puso al lado de Sara y tiró los cabellos en el cazo. Sara le acercó la tarima con el libro a el señor Remírez. Abrió el libro, miró a Lara y sonrió.
-Empezemos.Inspiró profundamenté.
- " Ser de la oscuridad. Ser de la inmortalidad. Ser infernal. Este pagano te reclama. ¡ Móstrate ante nosotros!"
Las llamas tambalearon, el cazo empezó a vibrar y desprendió un nuevo olor, esta vez dulce. El aroma fue flotando hasta Lara. Entró por la nariz, las orejas, por los ojos... Por cualquier sitio que pudiera meterse. De repente, el cuerpo de Lara empezó a temblar, cada vez augmentaba más.
- ¿ Lara? Claramente era imposible que me escuchara, pero yo insistí. Tan repentino empezó como acabó. Salía humo ahora de su cuerpo.
-¿ Lara? Ella seguia sin moverse. Intenté liberarme de las cadenas, pero seguía allí.
-¡ Lara!
- No insistas. Ahora ya no es ella. Es inútil llamarla por ese nombre. ¿ No es así, Sysha?
Levantó la cabeza. Sus retinas eran rojas como la sangre. Miró la sala, posó su mirada en mi, pero me miró encuriosida; no me reconocía. Después miró a Sara, que esta, asustada, dio un salto atrás. Miró a el señor Remírez.
- Sysha, quien te ha llamado he sido yo. Y ahora, tendrás que obedecerme.
Sysha/ Lara levantó una ceja. Sonrió y se puso a reír. La sala empezó a temblar.
- ¿ Que está pasando, señor Remírez? ¡ Esto no era lo que tenía que suceder! Sysha seguía riéndose cada vez más fuerte; los estantes cayeron, se oyeron ruidos de vidrio rompiéndose.
-¡ Para! ¡Para esto de una vez! ¡ Yo soy tu amo, tu dueño! ¡ Tienes que obedecerme!
Ceso de reír. Miró a el señor Remírez.
- ¡¿OBEDECERTE?! Me estremecí, su voz parecía de ultra tumba.
- ¡¿ TU ESCLAVA?! Tiró de sus pies y rompió las cadenas.
- ¡¿ TU, MI AMO?! Estiró los brazos y rompió las cadenas. Cayó al suelo de pie. Se acercó a la mesa y agarró su cuello.
- ¡ TU! ¡SER INFERIOR! ¿ OSAS DESPERTARME DE MI ETERNO LETARGO? ¿ Y ENCIMA ESPERAS QUE TE OBEDEZCA? El señor Remírez empezó a temblar. Sysha sonrió maliciosamente y con un simple movimiento, le arrancó la cabeja de cuajo. El cuerpo cayó inerte al suelo, donde estaba antes la cabeza ahora salía sangre. Sysha observó el cuerpo sin vida y, con la cabeza del señor Remírez aún en su mano, miró a Sara.
Sara estaba temblando como una hoja enganchada a la pared. Con los ojos desorbitados y pálida como la nieve.
Sysha se fue acercando con pasos lentos a ella. Sara se cayó de rodillas. Temblaba tanto que le era imposible escapar.
Ya tenía delante a Sysha, cogió a Sara por el cuello del vestido y la levantó.
-¡ No-no me ma-mates po-por fa-favor! Suplicó entre lágrimas. Sysha siguió observándola con desprecio.
- ASQUEROSOS HUMANOS. OS BURLÁSTEIS DE MÍ CON ESE ESCRITO EN LA PARED Y ME PROVOCÁSTEIS MATANDO A ESE HUMANO. TU ERES TAN CULPABLE COMO EL OTRO. ¿ PORQUÉ TENDRÍA QUE PERDONARTE LA VIDA?
Sara, entre sollozos, al ver que Sysha esperaba una respuesta, se sorbió los mocos.
- Pu-pues ve-vera usted. Es ci-cierto que yo-yo maté. Pe-pero me obli-obligaron a cometerlo. ¡ Cre-creame! Yo so-solo cumplía or-ordenes. Intentó poner su mejor cara de arrepentimiento. Pero Sysha siguió mirándola con desprecio. Escupió en su cara. Tiró la cabeza del señor Remírez al suelo y puso las dos manos en su cuello y se la arrancó también.
No sabía que hacer. Yo seguía encadenado, mientras Sysha ponía el cuerpo del señor Remírez en la mesa de piedra e iba desmenuzándolo poco o poco. En la puerta, ví a Nico. Se acercó a mi rápidamente con una pequeña llave en la boca. La cogí con la mano y la metí en le cerradura. Mientras vigilaba de no hacer ruido, Sysha ya lo había desmembrado y ahora estaba cogiendo el cuerpo de Sara. Click. Clack. Por fin mis manos eran libres, pero Sysha se giró hacia mí al oír el ruido.
Se acercó a mi toda ensagrentada y me miró de arriba a abajo. Tocó mi cuello y estiró el collar que me dió Lara. Lo miró unos instantes y lo dejó.
- POR LO QUE OBSERVO, EL ANTERIOR DUEÑO DEL CUERPO QUISO SALVAR TU VIDA. NO TENGO NADA CONTRA TÍ. MÁRCHATE. NO PUEDES PERMANECER AQUÍ. AHORA VENDRÁN OTROS SERES DE LA OSCURIDAD A COMER CONMIGO ESTO Y SI TE VEN, TE COMERÁN. SUBE A LA TORRE Y ENCADÉNATE ALLÍ, EL GATO TE GUIARÁ. PODRÁS SALIR CUANDO AMANEZCA.
Se acercó y tiró algo en mi bolsillo, no tuve tiempo a mirar que era porque en ese momento se escuchó unos desgarradores chillidos, en la pared donde había estado encadenada Lara empezó a formarse un agujero negro. Y a medida que augmentaba el tamaño, los gritos augmentaban.
- LÁRGATE DE AQUÍ, HUMANO. ANTES DE QUE ME ARREPIENTA DE ESTO.
Me giré y salí corriendo. Seguí a Nico por las escaleras, intentando no pisarle. Subí la trampilla, ahora el sótano estaba a oscuras. Las antorchas se habían apagado. Pero conseguí salir de allí. Después subimos las escaleras. Empujé la puerta con mucho esfuerzo y nos encontramos otra vez en el pasillo. No había tiempo que perder. Seguí a Nico tan rápido como pude. Después de muchos pasillos, Nico frenó delante de una puerta, la abrí y el gato se coló dentro. La abrí de par en par; más escaleras. Las subí muerto de cansancio. Llegamos a una sala pequeña.
Habían unas cadenas, Nico se sentó y me miró.
- Si, si, ya lo sé. Me tengo que encadenar. Cogí las cadenas y me las puse. Una vez puestas, Nico se levantó y se fue.
Examiné la habitación, no había nada. Ni una mesa, ni una silla, ni una cama. Nada de nada. Había una pequeña ventana en lo más alto, inalcanzable. Podía escuchar aún los gritos desgarradores. Mis párpados fueron cerrándose lentamente, hasta que me quedé dormido.
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Vuelvo a mirar por la ventana. Ya no veo los rayos de la Luna. El cielo está más claro, el Sol empieza a alzarse entre las sombras. Ha amanecido.
Bien, ahora el problema es quitarme estas sucias cadenas. Entonces recuerdo que Sysha me puso algo en el bolsillo, lo sacó; es una llave. En un abrir y cerrar de ojos, me quito las cadenas de encima y me levanto. Me cruje la espalda. Sacudo la cabeza para despejarme y salgo de allí.
Mientras cruzo el enorme castillo, me envuelve una quietud y un silencio mortal. No se oye nada. No me atrevo a bajar allá abajo. Prefiero no saber que me puedo encontrar allí otra vez.
Abro la enorme puerta de la entrada, los rayos del Sol me dan de lleno en la cara. Me tapo los ojos con las manos. Demasiada luz para mí. De repente, oigo un ruido cercano. Levanto la vista y veo a un burro. ¿ Es el de Pablo?
Me acerco a él. Lo acaricio.
- Vámonos. Tu dueño no va a salir.
Me mira a los ojos, como si me entendiera. Y con un ágil trote, me avanza. Yo lo sigo, sin mirar atrás. Quiero olvidar todo, olvidar a la que hubiera sido mi esposa, olvidar al que nos traicionó. Pero sobre todo, olvidar a esa pequeña luz que me había iluminado en ese castillo y que me había salvado. Mi salvador y mi gran amor. Los dos echos pedazos.
Me enderezé, y caminé mirando al frente.
No miraré atrás.
Pero no podré olvidar lo sucedido.
Igual que tampoco podré consolar jamás mi corazón.

miércoles, 21 de julio de 2010

Parte 9: Sótano


Seguimos en silencio el recorrido del pasillo, tumbámos a la derecha y seguimos otro largo pasillo. Las antorchas iban crepitando mientras avanzábamos.
Al final vi una puerta. Estaba algo magullada, Lara estiró el pomo, pero la puerta no cedía. Puso un pie en la puerta y estiró más fuerte.
Esta vez la puerta se abrió con un chirrido. Miré dentro, pero estaba demasiado oscuro para poder vislumbrar algo.
- ¿ Entras o qué?
Lara ya estaba aguantando la puerta con una mano y una antorcha en la otra. Volví a mirar. Mis ojos ya podían ver unas escaleras que iban hacia abajo.
- No estoy muy seguro...
Bufó. Se apoyó en la puerta y con la mano libre se quitó el collar.
- Toma, póntelo. Te protegerá.
Cogí el colllar y me lo puse. La cadena estaba helada contrastando con mi caliente piel. Me puse el ojo por dentro de la camisa. Me estremezí por el frío contacto.
Me acerqué a Lara. Sujeté la puerta e hize una torpe reverencia.
- Las damas primero. Subí la cabeza lo suficiente para verla poner los ojos en blanco y atansarse a las escaleras.
Cuando ella ya hubo bajado los primeros escalones, la seguí yo.
La puerta, al soltarla, se cerró con un golpe seco. La ráfaga de aire provocada por la puerta hizo tambalear la llama de la antorcha.
- ¿ Vienes?
Para cuando quise darme cuenta, Lara ya estaba muy por debajo mío. Y no veía ni los escalones que tenía delante. Intenté a ciegas tocar la pared. Una vez que la había localizado, bajé un poco el pie para poder tocar el siguiente escalón. Lo toqué y bajé el otro pie. No se cuánto tiempo estuve haciendo esa práctica. Pero cuando quise darme cuenta, los escalones ya se habían acabado y tocábamos suelo otra vez.
Miré hacia arriba, por dónde habíamos venido.
Pero todo era oscuridad.
Delante de nosotros teníamos otra puerta. Esta no fue tan difícil de abrir. Comparada con la otra, esta era de papel.
Lara acercó la antorcha a la oscuridad que se nos presentaba, era una sala.
Ella entró primero, tanteó la pared y pareció encontrar algo. Acercó la antorcha. Era un soporte. Tanteó algo por el suelo y cogió una antorcha apagada. La acercó a la otra y la encendió.
- ¿ Que te parecería si me ayudaras? Esto no se va a iluminar solo.
Fui hacia dónde estaba ella vigilando con los brazos por delante de mí de no tropezar con nada. Me dió una antorcha encendida y se fue a la otra punta de la sala.
Tanteé el suelo. Cogí una antorcha y la encendí también.
En total encendimos 3 antorchas en las 3 paredes que habían.
Una vez que puse la última antorcha en el último soporte, me giré para analizar la sala.
Estaba repleta de objetos no definidos gracias a las sábanas blancas que los cubrían. Me acerqué al que tenía más cerca para quitar la sábana y ver que había debajo.
- Cuidado Jorge con el- Blosh, levanté la sábana y unos millones de motas de polvo vinieron a mi encuentro.
- Polvo...
Estuve tosiendo por lo menos media hora, me escozían los ojos de tanto polvo; incluso entraron por la nariz.
Después de muchas toses y más escozores de ojos, destapamos todos los objetos de la sala. Estaban distribuidos sin orden. Para andar tenías que tener cuidado dónde ponías el pie.
Pero pudimos hacer un recuento rápido: tres baúles grandes, una silla carcomida, 3 retratos de 2 señores nobles y una señora. Uno de los señores era más joven que el otro. Podría interpretarse que eran família; una gran mesa, dos armarios y vajilla amontonada en una esquina. Y una enorme cantidad de polvo, suciedad y, como me esperaba, arañas colgadas del techo.
Dentro de los baúles esperábamos encontrar joyas, pero sólo había ropa comida por las polillas.
En los armarios no había nada.
- Pues menuda bírria de sótano, ¿ No crees Lara?
Busqué a Lara con la mirada. Estaba arrodillada al lado del baúl grande con la cabeza pegada al suelo.

- ¿ Lara? Me instó a que me acercara. Iba a protestar pero me puso la mano en la boca y me puso la cabeza contra el suelo de manera poco ortodoxa. Se escuchaban unas voces que me eran familiares. Eran las voces de Sara y el señor Remírez.
¿ Cómo diablos habían llegado allí? Lara me respondió señalando debajo del baúl. Se veía madera en vez de piedra. Con todo el sigilo que pudimos, empujamos el baúl.
Después de mucho esfuerzo y más polvo volando por el aire, pudimos ver una trampilla en el suelo. Estiré el pomo. Chirrió, pero las voces de fondo que ahora eran más nítidas no cesaron.

Lara bajó primero por la trampilla. Esta vez habían menos escaleras. Tumbamos y vimos luz. Me puso el brazo en el pecho y me puso contra la pared.
Puso un dedo en mi boca y señaló hacía el otro sitio; se escuchaban perfectamente las voces.
- ¿ Cree que saldrá bien? Esa era la voz de Sara. Aunque la conocía, para mí se había convertido en una completa desconocida.
- Por supuesto querida, todo irá tal y como está planeado. ¿ Esa era la voz del señor Remírez? Cada vez entendía menos de lo que sucedía.
- ¿ Y cuando lo haremos?
- Pues se ve que enseguida, puesto que nuestras ratas están escuchándonos,¿Verdad?
¿ El señor Remírez nos estaba hablando a nosotros? ¿ Y desde cuando se había vuelto así?
Lara me empujó contra las escaleras y salió a la luz.
- ¿ Lo ves, querida? Aquí sale una.
- Yo también me alegro de veros a los dos.
- Oh, vamos, querida Lara. No hay porqué ponerse así.
Si Lara pensaba que me iba a quedar ahí sentado o que iba a huir dejándola sola, estaba muy equivocada.
Cogí aire y me adentré yo también a la luz. El escenario con el que me topé me dejó mudo.
En la pared de la derecha habían muchos estantes con potingues y alguna que otra calavera. En las otras dos paredes habían cadenas con una mesa de piedra pegada a la pared de enfrente y en el centro de la sala había una tarima con un libro.
Sara estaba al lado del señor Remírez a la izquierda, Lara estaba en la derecha. Miraba enfurecida al señor Remírez.
- Pues ya estamos todos.
En el justo momento que Lara me vió, Sara aprovechó el despiste y se lanzó encima de ella. Lara era mucho más fuerte, pero Sara la golpeó con un hierro en la cabeza y se desplomó en el suelo.
- Tu no pondrás tanta resisténcia, ¿ Verdad? Mientras había estado mirando a Sara y a Lara, el señor Remírez se me había acercado por la espalda. Noté un golpe en la nuca.
- Buenas noches, Jorge... La vista se me nubló, caí al suelo, y antes de que se me cerraran los ojos vi a Lara en el suelo envuelta por un charco de sangre... Se me cerraron los ojos.